Con mi madurez

 “Con mi madurez

madura tu reino”. (Rilke)

Todo lo que consigo para mí, lo consigo para el mundo y por lo tanto para el reino, que lo mismo es.

Yo camino y todo camina conmigo. Nunca voy sola ni separada. Todo pasa a través de mí. Todo lo sostengo y todo me sostiene. Todo viene en mi auxilio y a todo ayudo.

El mismo aire que respiro, que me penetra y me mantiene en la vida, viene de todos los seres que respiran, comparto su luz, aire, agua, esencia.

Estoy totalmente interconectada con todo. Esa es una asignatura que tenía pendiente, que nunca me habían explicado, la he descubierto por mi cuenta, con las ayudas invisibles que siempre vienen, nunca se olvidan de mí. La plenitud en la que vivo, llena mis espacios y mis días. Está a mi favor y me lo demuestra constantemente.

Con mi bienestar y con mi alegría aumenta el bienestar y la alegría del mundo. Esa es mi misión, compartida con todos los seres humanos, mejorar el mundo con mi presencia, actuando en el pequeño espacio que tengo asignado, sembrando ahí la cercanía y la amabilidad, la actitud compasiva y la ternura. Sin olvidar que cuando no lo consigo, siempre tengo el día o el minuto siguiente para volver a intentarlo.

Todo esto implica un trabajo interior que me lleva a otra forma de entender la vida y las relaciones. Por eso, mi faena es creativa y apasionante: construir, aportar lo mejor de mí, desprenderme de apegos para poder caminar sin ataduras, sin prejuicios, con la auténtica libertad de los hijos de Dios.