domingo, 22 de diciembre de 2019

Tu mano sobre mí


En los aprendizajes básicos de la vida, todos somos discípulos y todos somos maestros: aprendemos de otros, enseñamos a otros. Todo sucede por transmisión directa.

Uno de esos aprendizajes básicos es el espiritual, que engloba todas las acciones y todo el ser.

Por un contagio programado y supervisado yo he abierto mi corazón a la búsqueda, a la contemplación y al asombro, que son características plenamente espirituales.

Y puedo decir que esa actitud espiritual es el pilar de mi vida. Si me falta, estoy vacía.

Dicen los salmos: “El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor.” “Por todas partes me has rodeado, tienes puesta tu mano sobre mí.” Si me creo esto, entro en la confianza radical que necesito para vivir esperanzada.

En el camino, dispongo de mí misma para dar compañía, ternura, optimismo, aceptación. De esta manera, su Luz alumbra todos mis espacios, todos mis encuentros. No importa si no siempre consigo esta confianza. Tras cada retroceso, viene un avance. Y no tengo ninguna duda de que “su acción siempre es en mi favor”, y como su poder amoroso es infinito, su victoria es segura.

Su acción es la que cura mi ceguera y mi ignorancia, me abre los ojos y me corrige, siempre que hace falta, es decir, muchas veces.

Su acción en mi favor también es fuente de inmenso sosiego, de dulce consuelo, de impulso agradecido en mi interior.

Por eso hago mías esas palabras: “por todas partes me has rodeado, tienes puesta tu mano sobre mí.”

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