Mientras millones de galaxias
buscan su sitio y las fuerzas del universo cambian el curso de las estrellas.
Mientras todo pasa y nada
permanece, mi pobre corazón inicia esta oración para escribir los renglones de
mis días como si fuera el más grande poema.
Es un poema lleno de esperanza y
ternura, que hay que reescribir tantas veces como haga falta, nunca está
perfectamente redactado, porque hay sombras, hay dudas, hay arranques y
retrocesos. Pero la esperanza y la ternura prevalecen, son el ancla que me
sujeta al amor más inmenso.
Existe un universo de dentro y un
universo de fuera, en los dos habito. Pero es el de dentro el que mueve mi
existencia y me hace sentir una privilegiada en el centro de un inmenso amor,
imposible de explicar ni de comprender.
Este misterio que me desborda es el
que configura la vida, y yo he nacido ignorante porque así tenía que ser para
poder iniciar mi aventura en cada madrugada, para que nada se convierta en
rutina y así poder librar mi honda batalla personal.
Este podría ser un buen inicio para
mi poema:
“Si
se me hubiera dado el poder/ de conocer el mundo/ y comprender la vida,/ de
calcular las leyes exactas/ de la materia y de mis días,/ si para mí nada fuera
sorpresa,/ a este tiempo que llamo existencia,/ le faltaría la sombra,/ el
dolor y la rabia,/ la sal y el misterio,/ y los momentos de luz y de encuentro.
Ya
no sería un guerrero de lo imposible,/no lucharía batallas,/ no me hablarían
silencios/ ni inventaría plegarias,/ ya nunca más me sentaría/ a la sombra de
mi esperanza.”
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