domingo, 15 de diciembre de 2019

El más grande poema


Mientras millones de galaxias buscan su sitio y las fuerzas del universo cambian el curso de las estrellas.

Mientras todo pasa y nada permanece, mi pobre corazón inicia esta oración para escribir los renglones de mis días como si fuera el más grande poema.

Es un poema lleno de esperanza y ternura, que hay que reescribir tantas veces como haga falta, nunca está perfectamente redactado, porque hay sombras, hay dudas, hay arranques y retrocesos. Pero la esperanza y la ternura prevalecen, son el ancla que me sujeta al amor más inmenso.

Existe un universo de dentro y un universo de fuera, en los dos habito. Pero es el de dentro el que mueve mi existencia y me hace sentir una privilegiada en el centro de un inmenso amor, imposible de explicar ni de comprender.

Este misterio que me desborda es el que configura la vida, y yo he nacido ignorante porque así tenía que ser para poder iniciar mi aventura en cada madrugada, para que nada se convierta en rutina y así poder librar mi honda batalla personal.

Este podría ser un buen inicio para mi poema:

“Si se me hubiera dado el poder/ de conocer el mundo/ y comprender la vida,/ de calcular las leyes exactas/ de la materia y de mis días,/ si para mí nada fuera sorpresa,/ a este tiempo que llamo existencia,/ le faltaría la sombra,/ el dolor y la rabia,/ la sal y el misterio,/ y los momentos de luz y de encuentro.

Ya no sería un guerrero de lo imposible,/no lucharía batallas,/ no me hablarían silencios/ ni inventaría plegarias,/ ya nunca más me sentaría/ a la sombra de mi esperanza.”

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