“Cada
día tenemos la oportunidad de estrenar nuestro espacio interior sagrado, el que
marca la diferencia, apoyados en gestos de bondad y cercanía.” (T. Lobsang).
Mi espacio interior sagrado está
vivo, es creativo, poético y libre. Siempre le enamoran frases que son chispas
de belleza y sabiduría que iluminan el camino. Por ejemplo: “Somos compañeros de trabajo al servicio de
Dios” (1Cor 3,9). Goethe: “Lo más
elevado que el hombre puede alcanzar es su capacidad de asombro”. Esta es
la más reciente: “Mi capa es la tiniebla,
pero mi sombra es luz”, bellas palabras para meditar, de Jorge Galán.
Está vivo y es el que manda, el que
me hace sentir bien y me inunda de calma cuando está bien atendido. El que me
dice que ya he llegado, que mi vida es el templo bendito donde interactúo con
el Señor y donde puedo alcanzar la máxima profundidad y la mayor ternura,
apoyada en gestos de cercanía y unión.
Es creativo. No me sirve vivir en la
inercia, por eso busco sendas nuevas, atractivas, que me hagan estar despierta,
que me permitan vivir en el asombro y en la búsqueda ilusionada.
Es poético. Solo en clave poética
puedo entender el universo, la locura de un amor infinito, o la falta de lógica
de Jesús, sus criterios no son los nuestros, porque jamás tiene memoria del
mal, solo le mueve buscarnos y amarnos.
Es libre. Mi espacio es libre, no
está sujeto a lo que me dicen o me hacen. Está a salvo de mis errores y mis
logros, también de mi ignorancia. Nada le puede hacer mal, nadie le puede hacer
daño.
Cada amanecer abro la puerta de ese
divino espacio que me trasciende y bendigo el impulso que me lleva a buscarlo,
porque es el que me indica el camino de la auténtica vida y siempre me llena de
alegría. “Me mostraste el camino de la
vida y me llenarás de alegría con tu presencia” (Hch 2,28).
1 comentario:
Simplemente bello madrina,mi Angel terrenal,te quiero!
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