Qué es para mí rezar.
Para mí rezar es sentir, saber y
saborear que no ando sola por esta tierra. Que este viaje de mi vida lo hago
junto con otros que van con la misma indecisión y torpeza que yo. Y que tanto
ellos como yo disfrutamos de la misma Presencia, que siempre ayuda y siempre
ama.
Yo rezo porque tengo experiencia de
ese amor.
Podríamos decir que yo soy una con
mi Padre-Madre divino/a. Cuando estoy en línea con ese Amor, me sale la oración
por todos los poros y se expresa en palabra y en silencio, en gesto y en
intención, en gozo y en asombro. Es necesidad vital para seguir caminando. Me
ayuda a profundizar la mirada y ensanchar el alma.
Solo desde la confianza tiene
sentido la oración. Rezar es confiar en que todo está bien y todo estará bien.
Es tan extraordinario y tan
milagroso estar aquí que la oración auténtica y primordial es la de alabanza y
agradecimiento. La de petición debería ir acompañada siempre de un “hágase tu
voluntad”.
Por supuesto, forma parte de la
oración cualquier asunto: trabajo, proyecto, hobby, trabajo del hogar, relación
familiar, paseo, diversión. Puesto que somos en Dios. No puede haber nada fuera
de mi ser en él.
Por eso, también el fracaso, eso
que no nos ha salido bien, es esencial llevarlo a la oración. El Kintsugi es
una técnica japonesa de reparación de jarrones, en la que las grietas se
rellenan con oro, con lo que las piezas adquieren más valor. En las personas
equivale a valorar y respetar lo que ha sido dañado y cicatrizado, lo que es
imperfecto, empezando por nosotros mismos. A veces, se necesita estar roto para
sacar lo mejor de uno mismo.
En la oración también presentamos
nuestras piezas rotas, que adquieren un nuevo valor a la luz de la misericordia
divina. De nuestra debilidad podemos sacar fuerza.
Agradezcamos el impulso para orar,
que es un maravilloso regalo. Uno más.
1 comentario:
Gracias Conchi por compartir lo que para ti es "Rezar"¡
Publicar un comentario