domingo, 17 de marzo de 2019

Aquí estoy


Qué belleza la oración que empieza: “Aquí estoy mi Dios”. Qué grande ponerse a su servicio, como un simple soldado que cumple con lo que tiene que hacer, sin estridencias, sin soberbia ni engreimiento. Si amas, es lo que debes hacer. Si acompañas, es tu obligación. Y si luchas por un mundo más justo, no te quedes esperando el aplauso porque has sido enviado exactamente para eso.

Qué grandeza poder prestar tu voz a lo creado, y elevar esa oración que no es tuya, sino que pasa a través de ti porque es necesaria esa alabanza, ese encuentro de ternura entre el Creador y su Criatura. En la oración, al igual que en la búsqueda, ya hay un encuentro.

En medio de los conflictos, las injusticias y la violencia del mundo siempre hay motivos de esperanza, vamos a encender pequeñas pero necesarias luces que nos alumbren y nos den sentido, porque nos hacen humanos.

La luz de la escucha, el diálogo, la compasión, la acogida, la humildad, y tantas otras. Para ese alumbramiento, el mundo necesita nuestras manos, nuestro ser, para facilitar ese parto que nos lleva a una mayor consciencia y gratitud.

Cuando tomamos consciencia, dejamos de ser indiferentes o extraños a la vida. Y aun en mitad de la oscura noche, nos ponemos ilusionados a su servicio.

Esta es mi oración:

“Aquí estoy mi Dios,

dentro de mí, agazapado,

contemplando la creación

en lugar privilegiado,

conociendo al gran actor,

en cada escena transformado.

Y me dirijo a ti, junto mis manos,

y le presto mi voz a lo creado,

porque me has concedido

ser divino y ser humano,

porque me alimentan los abrazos

y los gestos de la tierra,

porque no puede pasar ni un día

sin que te quiera.”

2 comentarios:

Fr. Simón dijo...

Has sido enviado exactamente para eso.

juanolas dijo...

Gracias Conchi por compartir tu oración¡

Crecimiento interior

  Todo lo que nos sucede es para nuestro crecimiento interior y en todo hay una mano amiga que toma la nuestra y nos guía. Por eso cada situ...