“La bondad puede hacer mucho. Como
el sol que derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la
desconfianza y la hostilidad.” (Albert Schweitzer.
Actuar con bondad es la manera
segura de estar unidos a la Bondad infinita que todo lo sostiene. Por eso,
nuestra bondad es religión verdadera, porque significa estar religado a nuestra
fuente. Un corazón bondadoso es un cauce de buena energía y no hace falta más,
una vida de bondad nunca nos engaña.
Construyamos con bondad nuestros
caminos y nuestros encuentros. Fácil de decir, pero no tan fácil de llevar a
cabo.
“El fruto del Espíritu es la
bondad”. Vamos a ver qué tienen las personas buenas de diferente:
-
Sonríen y ríen
y andan con buen humor.
-
Miran bien a
todos, sin distinciones.
-
Son inocentes,
sin doblez ni engaño. Como niños.
-
Son vidas
generosas y solidarias.
-
La humildad es
la reina de su casa. Sin querer estar por encima de nadie.
-
En todo buscan
el lado bueno, aunque cueste encontrarlo.
La vida nos lleva a meternos en
complicaciones, pueden mucho las opiniones ajenas, buscamos la aprobación de
los demás, adecuarnos a lo que se espera de nosotros. Al crecer, perdemos la
pureza de ser niño. Pero esa pureza sigue siendo nuestra esencia y hacia ella
tendemos.
Nuestro ser añora la bondad, de
ella parte y a ella se dirige, aunque sea por caminos largos y a veces equivocados,
cada uno tiene un nivel de conciencia, incluso aquel que obra mal piensa que
está haciendo lo mejor.
Alimentada por el oxígeno de la
bondad, como cualquier ser humano, en mí tengo un pozo cargado de preguntas y
de sueños.
Yo respiro profundamente ese
oxígeno porque es el alimento que me quita todas las fatigas y me da paz.
Todos los días me ocuparé de la
limpieza de mi propio terreno, para liberar la bondad en mí depositada.
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