miércoles, 24 de junio de 2015

Toca presumir



Dice San Pablo en la Carta a los Corintios: “Toca presumir”.
Todas las criaturas que tenemos lucidez para contemplar y sentir podemos presumir de la creación en la que estamos incluidos, de nuestra preciosa casa común, así como de la bondad y belleza divina que está repartida en todos los corazones.
A veces somos rácanos en palabras bellas hacia cuanto nos rodea. Damos todo por supuesto y miramos sin agradecimiento el tener un fondo infinito de estrellas sobre nuestras cabezas, el formar parte de una naturaleza a nuestro servicio, el tener voz y voto para amar y ser felices.
Lo que es extraordinario lo vemos como ordinario y repetitivo. Si no metemos la cuña del asombro es como si tuviéramos un muro ante nuestros ojos que nos impide la visión verdadera y nos aparta del gozo auténtico.
No tengamos reparo en presumir unos de otros, con honestidad. Cuando alguien destaca en algo, alabarlo, ensalzarlo sinceramente, y desterrar las envidias tan dañinas que perjudican nuestra convivencia.
Presumir porque hemos nacido, tenemos vida y amamos. Porque podemos prestarle nuestra voz a todos los seres que no la tienen y a toda la materia. Podemos hablar en nombre de las estrellas, de los mares, de los paisajes, de todos los objetos. Y la palabra que tiene que salir de nuestra boca en nombre de todos ellos es: Gracias.
Me siento mimada por la vida y me gusta que presuman de mí, igual que yo presumo de todos y de todo. Es una sensación muy agradable sentirte acogida y potenciada desde el interior de otras personas. Yo lo necesito para caminar.
Que no nos falten nunca las palabras de apoyo hacia los demás: “qué bien lo haces”, “qué guapa eres”, “cómo te esfuerzas”, “qué bien cocinas”, “cómo me gusta lo que haces”.
No nos cansemos de expresar alabanzas, abandonemos la rigidez en la expresión de nuestros sentimientos.
Animemos a los demás y comencemos a presumir de lo que se nos ha dado gratuitamente.
Después pongamos nuestros regalos al servicio de todos.

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