Lo que leo me va construyendo, va edificando y
adornando mis moradas interiores. Son palabras y frases que saboreo y las hago
mías. Me sirven para entenderme a mí misma y para calmar mi sed. Enseguida
quiero comunicarlas a otros para compartir mis tesoros.
Yo todo lo copio, porque ya está todo dicho y
vivido anteriormente. No somos tan originales. Los que vivieron antes nos
dejaron señales para el camino y yo las sigo.
“El deseo de luz produce luz” dice S. Weil.
Nuestra sed y hambre de infinito nos han sido regaladas para tocar el cielo tan
solo con nuestros deseos.
Tomo la sabiduría de los textos sagrados cuando
dicen: “El que está satisfecho, hasta la miel desprecia, al que tiene hambre
hasta lo amargo le sabe dulce”. Pues tengo que reconocer que yo voy con hambre,
por eso me he convertido en rastreadora de una Presencia, con mayúsculas, en mi
vida.
Los buenos espíritus que se encargan de mi
persona tienen que armarse de paciencia porque soy más bien despistada y poco
observadora, desmemoriada y no siempre constante. Por eso, cualquier avance en
mi formación es un auténtico milagro.
Agradezco la sed de mis entrañas que me hace
ponerme cada día en marcha para encontrar mi alimento principal. Al final, la
vida es eso: una búsqueda de la Fuente, con la ayuda de la luz depositada en
nuestro corazón. Ayudémonos unos a otros en este recorrido.
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