“Las personas felices y
contentas son una bendición para la humanidad. Aportan felicidad a otros.”
(Swami Sivananda).
Que sean personas
felices no quiere decir que les vaya todo bien sino que tienen una disposición
interior capaz de afrontar las dificultades y sacar partido de los tropiezos o
de los fracasos.
Qué importante es esta
predisposición, innata o adquirida, para ir de cara por la vida, es decir,
vivir en positivo y no entrar en la desesperación a cada momento.
Esto se puede aprender,
también la gratitud y la alegría se cultivan. Todo son lecciones diseñadas
especialmente para nuestro aprendizaje porque todo está al servicio de nuestra
realización personal.
Por el bien de todo
cuanto nos rodea, pongamos nuestro empeño en ser personas felices, para contaminar
de alegría el espacio que habitamos y que queden en el aire nubes de energía
positiva a nuestro paso. Es lo mínimo que podemos hacer por esta vida que se
nos ha regalado, este misterio de amor en el que estamos.
Somos-con-otros, por
tanto somos lo que compartimos: lo que damos, lo que nos dan. Estamos formados
por una mezcla siempre cambiante, una amalgama de informaciones, de emociones y
de influjos medioambientales.
Nuestra naturaleza se
construye cada día, con nuevos alimentos y nuevas relaciones, en las que
tenemos que aprender paciencia, humildad, tolerancia. Todo eso nos ayuda a
nuestro crecimiento dentro de la
felicidad auténtica, la que significa desprendimiento y no egoísmo ni
control sobre la realidad.
Mi interioridad se mide
por cómo se sienten los que están conmigo. Está íntimamente relacionado.
Es difícil conjugar
interioridad y vida social. Es una filigrana poder armonizarlo todo para vivir
en equilibrio. Es una faena diaria, porque lo de un día, a veces, no sirve para
el siguiente. Vivir es una tarea.
Tomemos la decisión de
ser personas felices ya, en este momento, sin esperar a ver si se solucionarán
los problemas. En el ahora mismo vivimos.
Con la luz de la
conciencia que se me ha regalado, yo elijo ser feliz, saborear momentos de calma
en medio del ruido, ponerme al servicio de mis hermanos, especialmente de los
más necesitados, dar gracias por todo y en todas circunstancias. Mimar,
respetar y valorar la vida, la de los otros y la mía.
Elijo sonreír y
contagiar alegría. Regalar gratis lo que he recibido gratis.
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