De lo que trata la vida
es de llegar a dar lo mejor de nosotros mismos. Es ser buen padre para los
hijos, buena esposa y esposo, buen trabajador, buen compañero o amigo. O sea,
que nuestra realización plena pasa por la bondad.
Cuando decimos de una
persona que es muy buena, estamos diciendo el máximo piropo, el mayor elogio.
Porque esa persona está en el sitio que le ha tocado estar, armonizando,
posibilitando y pacificando siempre.
Estando con personas
buenas yo reafirmo la bondad de mi corazón porque estas personas hacen fácil la
vida de los demás.
De lo que trata la vida
es de expresar lo mejor que llevamos dentro. Respetar y aceptar lo que nos va
llegando “como elegido por nosotros”. Esto es muy fácil decirlo, otra cosa es
llevarlo a cabo en medio de las dificultades diarias.
Hay una diferencia
básica entre los problemas reales y los inventados. Si tú estás enfermo grave,
eso es una realidad, pero si tú no duermes pensando que puedes enfermar, eso es
inventado. Hasta que no te suceda, no le dediques tu preocupación, y aún cuando
te enfermes, seguro que puedes encontrar motivos para luchar y para agradecer.
Estamos acostumbrados a
cargarnos con problemas inexistentes, son todos los “qué pasaría si” o “y si
sucede tal cosa”, de nuestra vida, que nos atenazan y nos quitan la calma tan
necesaria.
De lo que trata la vida
es de avanzar con la mirada puesta no en lo que encierra y ahoga sino en lo que
une y posibilita. Mirando así siempre se encuentran motivos de alegría y
concordia. Porque cuando comprendes lo que es importante, a lo demás no le das
importancia.
Mejor vivir pensando que
todas las buenas energías se han aliado para hacernos la vida más fácil, para
suavizarnos los contratiempos que nos van llegando, para que caminemos sin temores
añadidos.
En cada amanecer se nos
regala una nueva oportunidad para aprender, explorarnos y quitar lo que impide
el paso de la alegría. Cuando conseguimos hacer esa faena prioritaria, todo lo
demás viene rodado y podemos seguir creciendo hacia lo hondo.
Que ningún tropiezo o
equivocación nos angustie, porque vivimos dentro del Amor que no puede dejar de
amar, y somos amados y acogidos tal como somos. Vivamos siempre con confianza.
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