Demostrar racionalmente la existencia de
Dios no sirve para nada si no se le ama. Nos sobran definiciones, nos falta
sentir y respirar aires nuevos, de los que nos mueven a caminar confiadamente.
La revolución espiritual de nuestros
días y de todos los tiempos pasa por una conversión íntima que es un encuentro
personal y que sabe a regalo.
Vayamos a los pocos hombres y mujeres
sabios y santos que han existido y que son nuestros guías, bebamos de sus
enseñanzas. Nos creemos que lo hemos inventado todo hoy, pero la profundidad y
la sabiduría de unos pocos seres humanos se transmite a lo largo de los siglos.
“Dios suele obrar siempre desde unos pocos para los muchos” dice González Faus.
San Benito en el siglo VI le dice a sus
monjes que hay que vivir en el cuerpo la espiritualidad.
El cuerpo es nuestra base de
lanzamiento, no podemos dejarlo olvidado o menospreciado. Es lo que somos y lo
que tenemos. Sentimos en él y a través de él. Todo nos entra por los sentidos.
Es bonito sentir palpitar la vida en el cuerpo. Es un privilegio.
Valorar también la vida expresada en la
naturaleza, porque nosotros somos esa misma naturaleza. Dice Jakob Böhme, en el
siglo XVI: “No hallarás ningún libro que te enseñe a conocer a fondo la
sabiduría divina mejor que un paseo por un verde prado: allí olerás y gustarás
la maravillosa energía de Dios.”
Estamos inmersos en una energía que se
renueva, nosotros también nos renovamos, a cada instante se destruyen un número
inmenso de células y nacen otras, no sé si somos conscientes de ello. Pensamos
que todo está hecho, pero nos equivocamos porque todo es nuevo cada día.
Nos queremos agarrar a lo que siempre
hemos hecho, a mí me pasa, y nos cuesta aceptar la novedad, lo diferente, lo
inédito.
También nos cuesta detenernos en los
pequeños detalles, en los gestos sencillos, en lo cotidiano, para poner ahí
nuestra mirada asombrada, y nuestra gratitud como el mejor de los adornos.
Y no
pretender imponer nuestro criterio: esto tenía que ser así, esta persona tenía
que actuar de esta manera. Dejar que las cosas sucedan, hacer las paces con
todos los que no actúan como nosotros quisiéramos y seguir caminando poniendo
la máxima atención en la calma personal y la armonía en las relaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario