Dice Eckhart Tolle: “La transformación de la conciencia humana
es aceptar este momento como si lo hubieses elegido, porque el universo ha
producido la forma de este momento. No puede ser otra cosa, porque ES.”
Aceptar lo que nos
sucede como si lo hubiéramos elegido. Está claro que hay cosas que sí
hubiéramos elegido y otras que no.
Si no aceptas o no estás
alineado con la realidad parece que pierdes demasiada energía en presentar
resistencia, en quejarte, en protestar o verbalizar en negativo tu vida.
Cuando los grandes
santos nos dicen que “todo está bien”, parece
que están diciendo lo mismo que Tolle, todo lo que sucede es perfecto para ti.
Tengo la duda de dónde
quedan las adversidades de la vida, las catástrofes, las persecuciones, las
injusticias, los problemas reales que existen para tantas mujeres y hombres
sobre la tierra.
Contaba un prisionero
que estando en la cárcel a punto de ser fusilado tuvo una experiencia mística
de gozo infinito, en ese momento recordó que había una cosilla que le podía
incomodar y es que estaban a punto de llevárselo para fusilarlo. Pensó que eso
era nada comparado con la dicha que estaba experimentando.
Ya sé que eso es un
ejemplo extremo, que la probabilidad de que suceda es escasa, pero nos da la
pauta de lo que es importante y lo que es accesorio, de dónde debemos estar
centrados.
Lo más grave que nos
puede suceder, lo que no aceptamos jamás, es precisamente la muerte. Tampoco
estamos de acuerdo con el deterioro y la enfermedad. O sea que no estamos de acuerdo
con la misma vida, que lleva todo eso consigo.
A medida que cumplimos
años miramos las cosas con más sabiduría, eso es lo que nos hace saborear lo
más sencillo: la vida tal como es. Es lo que nos da una nueva conciencia, y nos
hace ver que todo lo que necesitamos lo tenemos.
La única diferencia
entre unas situaciones y otras es nuestra actitud personal, eso es lo que hace
que partiendo de una misma realidad construyamos mundos diferentes.
Hablando en términos cristianos,
solo con la cruz llegamos a la luz, a nuestro cielo, es decir, solo aceptando
nuestra debilidad y nuestras circunstancias, por adversas que sean.
Nada podemos hacer al
margen de nosotros mismos: tenemos un cuerpo, a través de él sentimos, tenemos
una familia, un trabajo, una vida personal y social. Solo ahí alcanzamos la
vida plena, bendiciendo y abrazando nuestra realidad, tal como sucede.
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