A veces nos gusta
complicar lo que es sencillo. Cuántas celebraciones religiosas son
increíblemente largas y tediosas, en ellas los jóvenes se aburren y los mayores
también. Cuántas conferencias escuchamos con páginas y páginas de textos
leídos. Creo que no tenemos tanta capacidad de atención, por eso desconectamos
pronto de lo que estamos escuchando, aparentemente estamos presentes pero
nuestro pensamiento se ha ido a otro sitio.
Quizá nos hace falta más
formación y educación, para despertar iniciativas y poder innovar, porque todo
hay que aprenderlo y trabajarlo, las cosas no ocurren espontáneamente, todo
requiere una preparación.
También nos hace falta
educarnos en el silencio, escuchar una frase, quedarnos con una palabra, y
meditar sobre ella, o simplemente repetirla internamente, eso es el mantra, una
palabra que nos ayuda a calmar nuestra mente.
Crear espacios cómodos,
relajados, con música de fondo. La música acaricia nuestro interior y ayuda a
un clima de atención.
Supongo que somos muchas
las personas en el mundo que quieren adentrarse en el sentido de lo que les
sucede interiormente, en el porqué último de la existencia. Para ello
necesitamos saborear a fondo las palabras, las acciones, los gestos. Escuchar
las llamadas que nos llegan y nos hacen salir del letargo y de la muerte y
despertar ya a la dicha de ser.
Personalmente, me
propongo no quedarme ningún agradecimiento dentro, estrenar todas las palabras
de armonía, no escatimar besos y abrazos, dejar las puertas abiertas para que
la paz de mi corazón inunde el mundo.
Rom 11: “Si el primer pan que se hace de la masa
está consagrado a Dios, también lo está la masa entera. Y si la raíz de un
árbol está consagrada a Dios, también lo están las ramas”.
De dentro hacia afuera
vivimos, cuidemos nuestras raíces que son esos tesoros interiores que nos
constituyen. Y eso se extenderá y se reflejará fuera, en nuestro ambiente, lo
sepamos o no. También cuando descuidamos esas mismas raíces, se nota fuera.
Si nuestra decisión y
honestidad es firme, la masa entera que somos se verá afectada por ella y no
complicaremos ni haremos enrevesadas las cosas que son sencillas.
Para no caer en la
indiferencia, en la apatía y el aburrimiento, si nos interesa el tema,
formémonos, estudiemos, meditemos. También podemos compartir nuestra
experiencia con los que nos rodean, y comunicar nuestro entusiasmo en todo
momento.
Y así contagiaremos
sencillez y autenticidad con las palabras y la vida.
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