domingo, 19 de abril de 2015

En la niebla



Unamuno: “No sucumbimos a las grandes penas o alegrías porque vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes. Y la vida es esto, la niebla.”
En la niebla vivimos, más o menos densa, más o menos variable, pero siempre presente. Una vez esto asumido podemos comenzar a hacer un recuento de los destellos de luz que logran atravesar esta niebla y mover nuestro corazón hacia nuestro lugar interior más sagrado y más desconocido. Y así, a pequeños pasos, con sencillas experiencias vamos caminando, guiados en nuestra personal nebulosa.
No es lo mismo creerse en una niebla impenetrable que saber con certeza que hay una voluntad que nos guía a través de ella. En este segundo caso emprenderemos nuestros días con esperanza, valientes y confiados.
“Los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz”, dice el evangelio. La clave para vivir apreciando las bendiciones que nos llegan aun en medio de la oscuridad es ser verdaderos. No falsos, no malintencionados, no traicioneros, ni envidiosos, ni ambiciosos.
Y en esas aguas nos movemos siempre, la corriente que nos lleva a la verdad y la otra que nos lleva a engañarnos a nosotros mismos. Entre dos aguas.
Esas luces en nuestra niebla son un regalo que nos hace disfrutar momentos: con los amigos, la familia, con la naturaleza, con la música y el arte, con los gestos de ternura que la vida tiene con nosotros.
Dice también Unamuno estas bellísimas palabras: “ El amor es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia.”
Solo el amor atraviesa la niebla. Solo tu amor y mi amor concretos en cada acción que realizamos.
Tenemos una tarea, que podemos llevar a cabo tanto consciente como inconscientemente, es deshacer con nuestros propios dedos la oscuridad y la noche. Amando. Usando el corazón. Siendo plenamente humanos. Como dice un anuncio publicitario para los bebés: “más abrazos, más contactos, más caricias.”
Eso todos sabemos hacerlo, lo que pasa es que nos pensamos que no es tan importante y basamos nuestras relaciones en palabras y frases. A veces un apretón de manos es más efectivo que un largo discurso.
En la niebla también morimos, sin llegar a conocer el porqué ni el para qué de nuestra existencia, sin poder dar la razón última de este universo infinito y majestuoso. Nada sabemos.
Aceptemos gozosos las pequeñas luces envueltas entre las sombras y vivamos poniendo nuestra atención en el amor que nos sostiene, que es nuestro único cielo en esta tierra.

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