Qué importante es que
nos emocionemos con aquello que estamos haciendo. La palabra “emoción”
significa movimiento e interacción con el mundo.
La emoción es lo que nos
mueve a caminar, a curiosear o interesarnos por las cosas, y salir de nuestro
encierro o inercia, es decir, las emociones regulan nuestras acciones y también
la forma de relacionarnos con los demás.
Hay muchos datos que
ignoramos, mucha información que no llega a nuestra consciencia. Dice Francisco
Mora que “nada se puede llegar a conocer más que aquello que se ama, aquello
que nos dice algo”. El corazón se mueve con las emociones, da pequeños pasos
que le abren caminos necesarios.
Me sorprende pensar la
relación de fuerzas en las que estoy metida, sin enterarme, porque el
subconsciente también actúa y manda muchas veces.
Dice Annie Marquier:“Sabemos que el campo magnético del corazón
se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos
los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro
corazón. Es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones
positivas”. Por eso, dice la autora que “hay que cultivar las cualidades del
corazón: apertura, paciencia,
cooperación, aceptación…”
Sabiendo esto le daremos
más importancia a esas emociones positivas, las pondremos en un primer lugar
como objetivo a alcanzar.
Todos en algún momento
podemos vernos atascados en problemas y en situaciones que no nos gustan, nos
incomodan y nos hacen sentir mal. Pero esto es normal, es la vida misma, lo importante
es ver qué hacemos con eso, cómo lidiamos los problemas de cada día. Porque
inconvenientes hay para todo el mundo. La convivencia con los más cercanos es
siempre dificultosa: suegros y suegras, yernos y nueras, cuñados y cuñadas,
vecinos y compañeros.
Vivir es apasionante, no
es monótono. Y siempre podemos poner paz en la guerra de nuestras relaciones, y
podemos encauzar nuestros sentimientos positivos para que tengan salida y no
mueran antes de nacer.
Qué hacemos con esa
energía que se pierde en los enfados, con ese horizonte dichoso que se nubla
con nuestros egoísmos. Eso es la lucha continua entre vivir y morir.
Si queremos que triunfe
la vida en nosotros, vivamos rodeándonos de buenas vibraciones.
Y que ese campo
magnético de nuestro corazón enamorado de esta vida cree espacios de paz,
inunde el mundo y cure heridas. No se puede pedir o anhelar nada mejor para
vivir felizmente emocionados y en camino.
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