Dice Paul Ricoeur: “Las religiones tienen un sentido, es el de liberar el fondo de bondad
de los seres humanos, ir a su búsqueda, allí donde está totalmente enterrado.
La bondad es más profunda que el mal más profundo. En todas las personas habita
un misterio, un fondo, infinito, de bondad”. Para aprender ese misterio
bondadoso está el camino de la religión que puede ayudarnos, pero también
ponernos dificultades, porque a veces el tiempo ha ido apagando la frescura del
mensaje original y hay tanta frialdad o indiferencia que no nos mueve el
corazón. Es mucho más apasionante el mensaje de Jesús, su vida, sus palabras.
A través de las personas buenas
aprendemos bondad, también a través de todo cuanto existe, incluso de los
objetos, tan necesarios y serviciales.
Pero sobre nuestros hombros hay colocada
una pesada carga: “los buenos y los malos, el bien y el mal, pecados y
pecadores”, que nos bombardea continuamente.
Está claro que no somos perfectos y ese
sería nuestro pecado, pero así hemos sido moldeados, entonces no tiene por qué
haber culpa, solo aceptación y esperanza.
Dice Confucio: “Si ves a un hombre bueno, imítale. Si ves a un hombre malo, examínate
a ti mismo”. Porque esa maldad que vemos en otros también está en nosotros,
solo hacen falta las circunstancias necesarias para activarla y sacarla fuera.
Pero nuestra intención siempre debe ser imitar lo bueno que hay a nuestro
alrededor. Hay muchas cosas que tenemos que copiar, la vida es maestra de
enseñanzas en cada instante.
Qué bonito eso de que “la bondad sea más
profunda que el mal más profundo”. La bondad siempre nos da la victoria porque
es nuestra esencia y está unida a la sabiduría infinita y a lo más entrañable
de la vida, por el contrario la maldad es superficial y transitoria y no tiene
poder sobre los corazones buenos.
Lo que pasa es que la maldad hace mucho
ruido, en cambio la bondad no necesita dar voces porque es poderosa. Por eso
para ser una persona auténtica solo hace falta ser bueno, y sabernos dentro de
la grandeza de la vida que nos habita.
Dice Albert Schweitzer: “La bondad puede hacer mucho. Como el sol
que derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la desconfianza y
la hostilidad”.
El fondo de bondad es nuestra esencia
ya. En este momento lo tenemos todo, somos en plenitud.
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