miércoles, 17 de diciembre de 2014

La fe compartida



Compartir la fe, compartir esperanzas, sentir que vamos en el mismo barco, que estamos en la misma orilla. Poder expresarnos con hondura en las relaciones de amistad, en la familia, en grupos, sin creernos superiores a nadie.
Necesitamos esos momentos de sentirnos unidos a otros, grupos en los que hablar en profundidad de nosotros mismos. Porque en nuestras relaciones cotidianas hay temas que no tratamos: esa parte íntima, esa sed, esa inquietud o anhelo, esas preguntas en el abismo y esas dudas sobre el porqué de la existencia.
Abunda la superficialidad en nuestras relaciones sociales, incluso en nuestra propia familia muchas veces no podemos abordar los temas más trascendentales, porque no todos comparten nuestras mismas inquietudes.
La búsqueda interior nos lleva a conectar con otras personas que también se sienten en camino. Y es gratificante poder expresar confiadamente esa parte nuestra que es la que da sentido a cuanto nos sucede, la que nos hace ver lo esencial y trascendente en todo.
En grupo podemos practicar el diálogo, la escucha, la paciencia, la actitud compasiva, la amistad.
Grupos para hablar del amor que nos impulsa, de la aventura que vive nuestro corazón enamorado, de esas cosas tan inexplicables que no hay palabras para expresarlas, nuestro vocabulario siempre se queda escaso.
La Bondad Infinita pone nuestros corazones en marcha. Y eso es imparable, porque es una fuerza misteriosa que no depende de nosotros. Dejémonos guiar, porque veremos que se nos va dando justo lo que vamos necesitando. Porque no caminamos solos, somos llevados de la mano: grabémonos esto en la mente.
Compartir nuestra fe es una necesidad y una alegría. Por algún sitio tiene que salir lo que sentimos en lo íntimo, allá en el centro de nuestra persona, eso que según a quién se lo digas te puede tomar perfectamente por loco/a. Porque es realmente una locura estar enamorado de lo Invisible, lo Innombrable, y sentirte transformado por ese amor. Sí, de locos, absolutamente.
Vamos a estar con todos los sentidos en alerta, porque si necesitamos algo para nuestra formación, seguro lo vamos a tener.
Hoy tenía en mis manos los escritos de sor Josefa Menéndez: “No te inquietes por lo que puedes hacer y por lo que no puedes hacer. Soy el que quiere y el que puede. Haré todo lo que te parezca imposible.”
No nos inquietemos por lo que tenemos que hacer, nuestra formación está programada por el mismísimo Amor, desde toda la eternidad. Tenemos lo que necesitamos y si lo que necesitamos es compartir nuestras inquietudes espirituales, se nos dará.

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