Es de admirar lo bien
montados que están algunos anuncios publicitarios, nos lanzan mensajes
preciosos, llenos de imaginación. Son una filigrana de la creatividad humana.
Y pienso que ese
ingenio aplicado al mundo de la interioridad daría unos resultados increíbles.
No sé por qué nos empeñamos en no aplicar lo más avanzado a los mensajes que
queremos que lleguen a lo íntimo del corazón.
Hoy leía yo en un
anuncio de propaganda turística: “No encontrar límites mires donde mires”. Lo
mismo se podría aplicar a nuestro mundo interior.
Para mí que nos hemos
acomodado en lo poco. Nos va pasable, sin excesos, y no nos mueve el darlo a
conocer, por lo tanto, lo que hacemos y decimos es “más de lo mismo”.
Pero a mí, no sé si
le pasará a los demás, me mueven las novedades: las palabras nuevas, los
paisajes inexplorados, lo que se sale de la rutina. Lo de siempre, ya no me
hace sentir igual que antes. Y siempre se trata de sentir, no lo olvidemos.
Lo que sirve para un
año, no tiene por qué servir para el siguiente. Imaginemos un anuncio navideño
famoso, que se repitiera año tras año, al final nadie lo miraría.
Somos así, nos va lo
atractivo, lo nuevo y alegre, la sorpresa y el mensaje original. Por eso, no
estaría mal estudiar marketing y coatching para promocionar el mensaje divino.
Hay que reconocer que
los anuncios publicitarios sobre cualquier producto son un éxito y consiguen lo
que quieren transmitir. Por qué nos empeñamos nosotros en ser mediocres o
pésimos cuando queremos transmitir el mensaje del Amor Infinito que viene para
hacernos más felices que todos los perfumes, los coches, los productos que nos
anuncian.
Nos hemos adormecido
pero siempre estamos a tiempo de despertarnos. Lo primero es sentirnos amados,
y después va viniendo todo lo demás. Y cuando lo sentimos, empezar a comunicarlo
de la mejor forma posible, para que otros adormilados digan: aquí está pasando
algo, esto no me lo quiero perder.
No nos lo podemos
quedar para nosotros, el amor tiene que circular y llegar la noticia al mundo
entero, para ello hace falta la mejor campaña de marketing que podamos
imaginar. Es una campaña en la que somos protagonistas.
Nuestro coach o
entrenador es el mismo Espíritu amigo, su fuerza es infinita, por eso sabemos
que todos despertaremos. Pongámonos manos a la obra con entusiasmo, sencillamente
para disfrutar.
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