Hay que sentir la
vida, empezando por nuestro propio cuerpo y siguiendo por lo que percibimos con
los sentidos. Sentir es lo que nos falta, porque definiciones y etiquetas ya
las tenemos todas, encasillar sabemos hacerlo.
Se trata de valorar
el prodigio de cada respiración, de cada instante. Con serenidad, sentido del
humor y firmeza no dejar que las tensiones nos arrebaten esos momentos de
profundización y de encuentro con nosotros mismos.
Si sentimos por
dentro, estamos salvados, pero hay muchas emociones reprimidas, contenidas,
mucha faena tenemos que hacer con nosotros mismos para mirar nuestros problemas
cara a cara y sacar luz de donde solo vemos oscuridad. No se trata de rechazar
las cosas negativas sino mirarlas con lucidez, conscientemente: ese error es
mío, qué hago con este rencor, esa debilidad es mía, esto no lo sé hacer bien,
siempre tengo problemas en esto otro.
Aceptarte para
cambiarte, buen slogan.
“Cuando uno está agobiado y angustiado no pilla nada del
ofertón de vida que tiene delante”. (Fidel
Delgado).
Si estamos
angustiados, estamos exactamente muertos, por eso hay que mirar de frente esa
ansiedad y no asustarnos de que salgan basuras de nuestro interior, mejor que
salgan bajo nuestra atenta y amorosa mirada a que se nos pudran por dentro, y
ya no sepamos cuándo ni cómo ni porqué se fastidió el asunto o empezó el
conflicto.
Gestionando
adecuadamente nuestras emociones nos saneamos y dejamos el terreno preparado
para percibir y maravillarnos con “el ofertón de vida” que tenemos delante. Es
una lástima que nos perdamos el gozo, la calma interior, la belleza y la bondad
que son nuestra esencia.
La vida nos trae
continuamente regalos, el primero es la dicha. Ya sabemos que todo lo
importante es gratis, pero nos lo perdemos si estamos agobiados y angustiados.
Debemos aprender a
tener recursos para dejar a un lado lo que nos impide y caminar de la mano de
nuestra libertad y nuestra decisión de ser felices.
A sentir por dentro
se aprende, es un entrenamiento de atención y concentración, y fundamentalmente
es un aprendizaje de amor, porque cuando estamos realmente atentos, amamos.
Ser consciente es
igual a amar. La atención amorosa al momento presente es el camino para vivir
sintiendo y agradeciendo.
Si miramos con cariño
nuestras dificultades y ansiedades, estas se diluyen y no somos manejados por
nuestras circunstancias sino que llevamos las riendas de nuestro precioso
viaje: la vida.
Ese viaje es
apasionante, extraordinario y además es eterno.
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