“La música del alma, la puede oír el mundo entero”. (Lao-Tzu)
Podemos decir que hay
músicas del alma que se hacen famosas, la de tantos y tantos que se dejan la
piel ayudando a los demás. A nivel mundial conocemos a Madre Teresa y algunos
más, pero en nuestro ambiente familiar y social más cercano, todos podríamos
añadir unos cuantos nombres, que nos ofrecen una sinfonía perfecta de paz,
servicio y buen hacer. Y que están ahí como un modelo para nosotros.
Tan solo con su vida,
sin que nos digan nada, nos ofrecen una música única que nos pone a la vista el
sentido de la existencia, nos confirman en lo más íntimo: éste es el camino, para
esto hemos nacido.
Mi pregunta es si
todos tenemos esa misma música interior. Sin duda, sí. Los requisitos para ser
personas completas los tenemos. Da igual lo que poseamos o lo que nos suceda,
la semilla del amor infinito, está en nosotros del mismo modo y con la misma
fuerza que en esas personas modelo. Nos falta tomar conciencia de ello y ponernos
a su servicio. Ponernos a trabajar con todo el corazón, es decir apasionarnos.
Si cada uno se ocupa
de su propia música y no intenta organizar la de los demás, ya es un gran paso.
Porque la única partitura que está en nuestra mano interpretar es la nuestra y
ése es nuestro campo de acción.
Si queremos
transformar el mundo, actuemos en nosotros mismos para enriquecernos,
formarnos, dar lo mejor que tenemos.
En la vida, se trata
de amar y de ser feliz, ésa es la música interior inolvidable. Para eso tenemos
que hacer nuevo cada gesto, cada amanecer, cada encuentro. Que no nos marque la
rutina ni el cansancio, la desgana ni la tristeza. Lo que hagamos, que sea con
convencimiento, como ya he dicho: con pasión.
Quizá no nos hemos
puesto a pensar en la belleza que está en todo, en la gratuidad de las cosas. En
que lo más importante no tenemos que comprarlo, no depende de la riqueza
material, ni de nuestro poder adquisitivo sino que ya nacemos con ello. Tenemos
unos dones, que están en todos, y son los que nos hacen saborear la alegría de
vivir y compartir buenos momentos.
Enumero algunos de
los regalos gratuitos: la amistad, la generosidad, la compasión, la alegría, la
actitud de servicio, la amabilidad, los besos y abrazos, el perdón, la
confianza, la paz del corazón.
Todo eso lo tenemos a
mano. Ya. Porque la vida nos regala lo esencial.
1 comentario:
Genial, hormiguita
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