La mejor
espiritualidad es la que te hace mejor, la que te hace más compasivo, sensible,
responsable, cercano, acogedor.
La espiritualidad nos
hace dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento. Y para eso, todo ayuda.
Porque vivimos en un entorno físico, material, social, familiar, trascendental.
Todos esos ambientes, climas, hay que cuidarlos, mimarlos. Y lo que esté en
nuestra mano, hacerlo.
No siempre podemos
intervenir, no podemos cambiar determinadas circunstancias. En lo que sí
podemos actuar, pongamos los cambios necesarios, para sentirnos a gusto y para
nunca olvidar a los más necesitados de los que nos rodean.
Si lo que queremos es
un mundo mejor, no podemos tomar la opción por el mal humor ni por la dureza de
corazón con nuestros hermanos. Tenemos que elegir en cualquier circunstancia el
encuentro compasivo, el respeto y la confianza en el trato.
La espiritualidad
transforma siempre, en la búsqueda se nos va moldeando un nuevo estilo, que es
el que nos hace nacer a la vida auténtica.
Siempre podemos tomar
caminos de transformación, podemos beber en fuentes que manan para nosotros y
nos atraen con su dulzura.
Después de este
periodo de vacaciones me han comentado algunas amigas que tienen ganas de que
nos reunamos de nuevo para hablar de lo que es más importante, de lo esencial
que nutre nuestra fe, del anhelo que está en nuestro interior. No en todos los
ambientes se puede profundizar en estos temas, mejor dicho, en casi ningún
ambiente.
Es bueno tener grupos
con los que compartir la espiritualidad, comprobar que mi esperanza es la misma
que está en todos, hablar abiertamente de nuestra interioridad, pronunciar la
palabra “Dios” con una emoción compartida. Y así, en comunidad, regar el
arbolito de la fe, a veces tan poco alimentado.
Es una gozada poder
compartir experiencias de vida, miradas a la luz de la fe y de la
trascendencia. Tenemos a mano muchas comunidades laicas espirituales, cada uno
que busque la que más le convenza, se lo recomiendo, porque va a profundizar en
el conocimiento de sí mismo, estando en comunidad. Va a aprender de las
experiencias de otros, y a salir beneficiado en cualquier caso.
Y si en un grupo no
encajamos bien, siempre hay otros donde elegir. Una tarea para toda la vida es la
de profundizar en nosotros mismos y mejorar nuestra espiritualidad.
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