Lo Invisible se
manifiesta en lo visible, no tenemos otra vía de acceso. Todo lo que vemos es
su manifestación, estamos de enhorabuena con el regalo de nuestros sentidos y
de nuestro anhelo.
En todo hay expresión
divina, las cosas creadas esconden un tesoro en su misma esencia. Postrémonos
ante las personas, las plantas, los océanos, los cielos, los objetos.
Abracemos con ternura
cada amanecer, el paso de las horas, la llegada de la noche y del nuevo día, la
magia de las miradas, de los corazones amigos, de la alegría de los encuentros.
Tratemos con respeto a cualquier desconocido que se acerca a nosotros. Sólo la
aceptación compasiva de unos con otros humaniza verdaderamente la existencia.
Celebremos la vida a
cada paso. No tenemos otro acceso al Reino, el mismo Espíritu está en el
universo creado dando forma a todo.
Lo Infinito se hace
humano sin dejar de ser divino, por eso nos recorren por dentro cataclismos que
no dependen de nuestra voluntad, sentimos en lo íntimo la llamada de la energía
más poderosa. Es como una añoranza inmensa de algo que es nuestra misma esencia
y no sabemos ponerle nombre.
“El alma humana nace enamorada. Pero no ve al amado de
quien está enamorada, y como hay un reflejo de ese amado en todo lo creado, uno
desde que nace tiende a abrazar todas las cosas. Sólo a Dios podemos abrazar,
porque los brazos del alma humana han sido creados para abrazar el infinito y
nada más”. (Ernesto Cardenal). También
dice: “Probar una gota de Dios es quedar
loco para siempre”.
Es imposible hablar
de estos temas si no es con alguien que también está “tocado” o “loco”, y
entonces te entiende sin necesidad de palabras ni explicaciones y dice: “a mí
me pasa lo mismo”.
Cuando una sinfonía
de ternura y gratitud suena en nuestro corazón, ésa es la señal de que estamos
sobre la buena pista, porque como dice el papa Francisco: “Dios es ternura”. Y todos entendemos muy bien lo que es ternura,
compasión, acogida, perdón, bondad. Estos son los tesoros de nuestra vida,
porque son dones que nos vienen directamente del Invisible y nos sirven para
acercarnos a él y formarnos como seres divinos que somos.
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