miércoles, 20 de agosto de 2014

Todo es su tiempo



Todo es tiempo de Dios. Por lo tanto todo es sagrado, nada hay profano. Es falsa esa visión que se nos ha transmitido: éstas son cosas de Dios, éstas no. Todo le pertenece, nunca podemos dejarle al margen de lo que hacemos, en ningún momento.
“Al César lo que es del César”, no, porque todo es de Dios. Estamos en su Casa, nos mantiene en su Vida, respiración tras respiración, tiene un propósito para nosotros: que seamos felices.
En el momento que sabemos que nuestro jefe más íntimo e inmediato es el Padre/Madre divinos, algo cambia. Porque sabemos que todo está en las mejores manos, y nunca nos va a dejar de amar, hagamos lo que hagamos, no puede hacerlo, él es el mismo Amor.
A partir de ese convencimiento no haremos partes en nuestra vida. No diremos: la oración y las celebraciones religiosas  por un lado; el trabajo, el ocio, la relación social, los viajes, por otro. Todo está en el mismo nivel de importancia.
Así, queda sacralizada toda nuestra vida, todo es santo, proviene de Dios y nos lleva a él. Somos atravesados por su amorosa energía que todo lo invade y todo lo sana. Es la que nos pone en pie por las mañanas, la que nos hace hablar con él y la que nos conoce y sabe lo que vamos a decir aunque no hayamos abierto la boca. Con las palabras del salmo: “Yo no alcanzo a comprender tan admirable conocimiento, queda fuera de mi alcance”.
En este momento disfrutas de un gran don, es tu vida tal como se está desarrollando. Vive lo que te va llegando, y aprende. Siempre tu respuesta debe ser el agradecimiento y la serenidad.
No te puedes poner histérico al primer contratiempo, ni arremeter contra todas las personas en cualquier dificultad. Porque en ese contratiempo y en esas personas está plenamente presente esa misma energía amorosa que todo lo invade. Todas las criaturas y todas las circunstancias son de Dios, todo es suyo.
Quitemos tensión a la vida, vamos a recibir las ayudas que necesitemos, no en el momento que nosotros queramos sino cuando esté así dispuesto, no organizamos nosotros. Dejémonos modelar por Dios. Es una gozada abandonarse en él y saber que todo está y estará bien.
Vivimos en la perfección infinita. Y nosotros no podemos estropear nada. El cielo seguirá cambiando de colores sobre nuestras cabezas, el sol nos visitará, los paisajes nos regalarán su luz, la armonía se instalará en nuestro universo y en nuestros corazones.
Y el Amor triunfará, no puede ser de otra manera.

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