Imaginemos que somos
pequeños globos cargados de una preciosa y vital energía que es la que vamos a
emplear en las tareas o los objetivos que nos proponemos. Todos nuestros propósitos
o esfuerzos de atención sólo tienen una finalidad: ser felices. Ése es el deseo
que nos mueve a los seres humanos, aunque a veces demos pasos a un lado y a
otro y aparentemente no acertemos con el camino adecuado. No hay que olvidar
que siempre nuestro barco va hacia adelante, aunque en él, nosotros caminemos
en todas direcciones y demos paseos adelante o atrás.
Pero ese pequeño
globo tiene escapes de aire cada vez que nos ataca una preocupación, un
malhumor, una envidia, un ataque de ira. Si nos distraemos de lo esencial,
perdemos fuerza.
Tenemos que reservar
nuestras fuerzas intactas para la dicha, y momento a momento iniciar esa
conquista de eso que llevamos en nosotros mismos, y que es nuestra versión más auténtica.
Y despojarnos de egoísmos y desaprender tensiones, a las que somos tan
aficionados.
Cualquier instante,
mirado con cariño, se puede convertir en algo maravilloso, todo nos sirve: la
salud y la enfermedad, los buenos y los malos momentos, porque somos nosotros
quienes gestionamos nuestras emociones, quienes decidimos cuál va a ser nuestra
actitud en cada circunstancia.
Todo se aprende, de las
equivocaciones también sacamos importantes lecciones.
Leía yo el otro día
que estar atento es como llevar una cámara fotográfica todo el tiempo preparada
para captar imágenes. La cámara equivaldría a los ojos, los oídos, todos los
sentidos siempre a punto para captar el presente y vivir instantes de máxima
atención, es decir, perfectos.
Nuestro espacio
interior, nuestro globo, está lleno de energía sanadora, preparada para
disfrutar de todo lo bueno que el día a día nos trae, está claro que también
nos trae cosas no tan buenas, pero nosotros tenemos que mirar siempre la bondad
y el bien. Se trata de aprovechar la sabiduría que está a nuestro alcance.
“La sabiduría es vida para quien la obtiene, vale más que
las piedras preciosas, ni aún las cosas más deseables se le pueden comparar.
Seguir sus pasos es muy agradable, andar por sus senderos es vivir en paz”.
Que sepamos reparar a
tiempo las grietas por donde se nos escapa la energía y que nos impiden acceder
a nuestros tesoros interiores.
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