miércoles, 27 de agosto de 2014

Mi causa en sus manos



Se vive mejor con paz, eso cualquiera lo sabe. Aunque, a veces, parece que buscamos constantemente meternos en conflictos. Incluso en el mismo ambiente familiar nos alteramos excesivas veces. Porque mi suegra me pone nerviosa, porque mi yerno, porque mi cuñado, porque mi hija… Todos tienen el poder de desestabilizar mis emociones.
Si todo me desequilibra quiere decir precisamente que carezco de equilibrio interior, que tengo que trabajarme más en ese terreno.
Ser feliz, ser alegre es una conquista, parte de una decisión y de un convencimiento. De ser conscientes del milagro de estar aquí y de saber que no hemos venido para estar discutiendo a toda hora, ni amargándonos la vida por tonterías.
Cuando somos capaces de enfrentarnos entre nosotros es que ha vencido nuestro egoísmo y nuestro orgullo, es que nos creemos más que nadie, superiores, nuestra opinión es la que vale. Y para defender que la razón está de nuestro lado, atacamos. “La mejor defensa es un buen ataque”.
Pero aunque tengamos razón, en el ataque siempre perdemos,  porque queremos imponer nuestra voluntad. La vía más humana y natural es el diálogo y la humildad, valorar siempre a cualquier persona. No es fácil. Estamos demasiado seguros de todo y queremos quedar por encima de los demás.
Los problemas los provocamos nosotros mismos. “La maldad no brota del suelo; la desdicha no nace de la tierra: es el hombre quien causa la desdicha, así como del fuego salen volando las chispas. En tu lugar, yo me volvería a Dios y pondría mi causa en sus manos”. (Job 5, 6-8).
Ése es el mejor consejo, “poner mi causa en sus manos”. Significa que yo ya tengo quien me defiende en la intimidad de mi corazón y no me debe importar otra cosa.
Si sabes eso, brota el agradecimiento, porque te libera de tensiones, como consecuencia estás alegre y ves la vida como un don de amor. Ser agradecido=ser alegre=estar vivo=amar. Es una fórmula muy sencilla, y muy fácil de poner en práctica.
En nuestras manos está no enturbiar las relaciones, no meter cizaña, no andar con habladurías y con chismes, lo que equivale a sanear nuestro espacio interior, tenerlo limpio.
Si a pesar de poner todo de nuestra parte no se solucionan los problemas, entonces dejémoslo todo en manos de nuestro Amigo, y estemos tranquilos porque nuestra causa está en sus manos.

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