“Tenéis que saber qué es lo que creéis. Tenéis que
conocer vuestra fe de forma tan precisa como un especialista en informática
conoce el sistema operativo de su ordenador, como un buen músico conoce su
pieza musical”. (Benedicto XVI).
Ahondar en nosotros
mismos, valorarnos, quitarnos complejos aprendidos y malestares añadidos, ver
cómo podemos aprovechar nuestros dones en beneficio de los demás. Todos tenemos
dones. Pero a lo mejor no nos hemos parado a pensarlo. Todos tenemos puntos
fuertes donde debemos apoyarnos para madurar, para avanzar en la vida interior,
en la búsqueda de nuestras fuentes.
La vida con
frecuencia pone juicios y cargas sobre nosotros que no nos dejan ver de lo que
somos capaces. Nos creemos inútiles para muchas cosas, negados para otras.
Cuántas veces cuando
nos miramos un poco a fondo vemos que almacenamos una valoración muy negativa sobre
nosotros mismos, que la hemos ido acumulando a lo largo de los años.
La llave para sacar
lo mejor de nuestro interior está en saber que somos amados, buscados,
animados, mimados y valorados en lo más íntimo. Somos aceptados tal como somos.
Y eso no nos lo puede arrebatar nadie.
Y una vez nos sabemos
mimados, nosotros también vamos a mimar, y cuando nos sentimos valorados,
nosotros valoraremos con ternura infinita cuanto nos rodea.
Pongamos sobre la
mesa de operaciones nuestro propio corazón para diseccionarlo y ver qué encontramos:
paz, amargura, sufrimiento, esperanza, búsqueda. Todo forma parte de la vida.
La aceptación de cuanto nos ha sucedido nos hace caminar con libertad y nueva
mirada.
No se trata de
rechazar lo que nos disgusta sino de empeñarnos a fondo en hacer que todo lo
que nos sucede nos sirva y contribuya a hacernos más dichosos.
Ser especialistas en
nosotros mismos, de qué manera podemos sacar lo mejor que tenemos, ahondar en la
bondad interior y apreciar la bondad que nos rodea. Puede ser que lo consigamos
después de mucho ensayo y error, puede ser que nos cueste la vida entera pero
habrá merecido la pena.
Todo pasa por tomar
conciencia de lo que nos sucede, de los sentimientos y actitudes, tanto
positivas como negativas. Esa toma de conciencia es como una luz que se abre en
el interior y que nos ayuda a “no estar dormidos”.
Si nos sentimos
dentro de la compasión Infinita seremos seres compasivos, y seremos amantes
ilusionados si nos sabemos amados. Ése es el camino.
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