domingo, 31 de agosto de 2014

Especialistas en nosotros mismos



“Tenéis que saber qué es lo que creéis. Tenéis que conocer vuestra fe de forma tan precisa como un especialista en informática conoce el sistema operativo de su ordenador, como un buen músico conoce su pieza musical”. (Benedicto XVI).
Ahondar en nosotros mismos, valorarnos, quitarnos complejos aprendidos y malestares añadidos, ver cómo podemos aprovechar nuestros dones en beneficio de los demás. Todos tenemos dones. Pero a lo mejor no nos hemos parado a pensarlo. Todos tenemos puntos fuertes donde debemos apoyarnos para madurar, para avanzar en la vida interior, en la búsqueda de nuestras fuentes.
La vida con frecuencia pone juicios y cargas sobre nosotros que no nos dejan ver de lo que somos capaces. Nos creemos inútiles para muchas cosas, negados para otras.
Cuántas veces cuando nos miramos un poco a fondo vemos que almacenamos una valoración muy negativa sobre nosotros mismos, que la hemos ido acumulando a lo largo de los años.
La llave para sacar lo mejor de nuestro interior está en saber que somos amados, buscados, animados, mimados y valorados en lo más íntimo. Somos aceptados tal como somos. Y eso no nos lo puede arrebatar nadie.
Y una vez nos sabemos mimados, nosotros también vamos a mimar, y cuando nos sentimos valorados, nosotros valoraremos con ternura infinita cuanto nos rodea.
Pongamos sobre la mesa de operaciones nuestro propio corazón para diseccionarlo y ver qué encontramos: paz, amargura, sufrimiento, esperanza, búsqueda. Todo forma parte de la vida. La aceptación de cuanto nos ha sucedido nos hace caminar con libertad y nueva mirada.
No se trata de rechazar lo que nos disgusta sino de empeñarnos a fondo en hacer que todo lo que nos sucede nos sirva y contribuya a hacernos más dichosos.
Ser especialistas en nosotros mismos, de qué manera podemos sacar lo mejor que tenemos, ahondar en la bondad interior y apreciar la bondad que nos rodea. Puede ser que lo consigamos después de mucho ensayo y error, puede ser que nos cueste la vida entera pero habrá merecido la pena.
Todo pasa por tomar conciencia de lo que nos sucede, de los sentimientos y actitudes, tanto positivas como negativas. Esa toma de conciencia es como una luz que se abre en el interior y que nos ayuda a “no estar dormidos”.
Si nos sentimos dentro de la compasión Infinita seremos seres compasivos, y seremos amantes ilusionados si nos sabemos amados. Ése es el camino.

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