Aceptación sin
límites de nuestra persona y de nuestra vida tal como sucede. Aceptar los
momentos dichosos, eso no tiene mérito, es muy fácil. Pero acoger los momentos
de dificultad, las situaciones difíciles, ésa es la clave, el secreto de la
dicha auténtica.
Si observamos de
cerca nuestra vida muchos actos de reconciliación tenemos que hacer para llegar
a un equilibrio pleno.
Comenzando por
nuestro mismo cuerpo, donde tenemos zonas que rechazamos, puede ser la nariz,
manos, ojos. En los jóvenes porque se tienen unos kilos de más y ya no se está
con la figura que manda la moda de la época, en la vejez porque aparecen las
arrugas, enfermedades y decadencia propias de la edad. Con demasiada frecuencia
no nos sentimos a gusto con lo que tenemos.
De todo corazón demos
un abrazo entrañable a esas partes del cuerpo que no aceptamos, a esa
enfermedad, a esa zona que siempre hemos rechazado.
Aceptarte y aceptar
todo es como una medicina mágica, que te introduce en la armonía interior y en
el agradecimiento.
Es este
agradecimiento el que nos conduce hacia la felicidad, no al revés. Porque ser
felices no siempre nos hace ser agradecidos.
“¿Qué has hecho a tu
hermano?” Ahí también tenemos que dar pasos para la reconciliación. Porque hay
relaciones dañadas por historias ya pasadas, por asuntos heredados de nuestros
padres, por insignificancias que no tienen mayor importancia, y nos hacen
mantenernos en pie de guerra permanente, con lo que supone eso de perjuicio
para nosotros mismos. Si hacemos un intento de acercamiento vemos que esa
persona con la que mantenemos enemistad es igual que nosotros, un ser anhelante
de cariño y con una necesidad idéntica a la nuestra de ser feliz. Hagamos la
prueba, dejemos entrar en nuestros espacios la gracia de la reconciliación y la
compasión, que nos hace ser seres auténticamente humanos.
Esto son tan solo dos
ejemplos, a nivel físico y relacional, pero hay muchas más ocasiones en las que
necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos, y aceptar para poder armonizar.
Si alcanzamos esa
aceptación, tanto en el plano físico como en el de las relaciones personales,
muchas cosas van a cambiar. Porque habremos eliminado obstáculos e impedimentos
que no nos dejan recibir todas las corrientes de armonía que llegan a nuestra
puerta y que nos son esenciales.
Situémonos en nuestro
espacio vital abrazando y aceptándonos a nosotros y a los demás. Ése es el paso
primero y necesario para saborear la vida en todos sus detalles y para hacer
colección de momentos dichosos.
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