¿Cómo hablar de Dios sin vivirlo? ¿Cómo
explicar la alegría sin haberla experimentado?
Sabe de penas el que las ha pasado, sabe
de amor el que lo experimenta. También para saber de Dios hay que vivirlo, no
sólo hablar de él.
Si hablamos de algo sin haberlo
experimentado, hablaremos en teoría, desde fuera, sin engancharnos
emocionalmente, sin participar vitalmente, no convenceremos porque no estaremos
plenamente convencidos. Y nos perderemos lo principal de esa sabiduría, que es
disfrutarla.
El que se entusiasma con un tema, lo
vive, lo aprende y lo transmite. Poniendo como ejemplo la educación escolar, se
tiende a dar cada vez mayor importancia a la parte de la experiencia personal
para que la adquisición de los conocimientos sea más auténtica. Es decir, que
los alumnos no aprendan las materias de memoria, sino que lleguen a ellas a
través de casos prácticos, talleres, experimentos, realizaciones concretas en
los que intervenga la totalidad de la persona no sólo la mente. De esa forma es
como el conocimiento queda perfectamente asimilado porque lo han vivido.
A Dios hay que experimentarlo,
saborearlo, de la manera humana, torpe y a la vez maravillosa, que nos está
permitida. No esperemos visiones espectaculares.
Hay una diferencia entre información de
las cosas de Dios y la experiencia íntima de él. Porque el tema divino no es
una cuestión más del saber humano, es algo más, afecta al fundamento de nuestra
existencia. Entablamos diálogo con él desde nuestra misma intimidad, lo conocemos
desde nuestro hondo anhelo. Nuestras entrañas sedientas nos conducen a la
fuente que siempre mana. Cuando nos sumergimos en esa fuente, nos enriquecemos
porque nos sentimos especiales, privilegiados, amados. Y cuando lo saboreamos
siempre queremos más.
A Dios hay que vivirlo. Y no hay recetas
infalibles para hacerlo, porque cada uno tiene su camino particular, lo que sí
hay son consejos muy útiles y buenos ejemplos a seguir.
En primer lugar, tómate muy en serio tu ser
en Dios, dialoga con él en la intimidad de tu corazón, reúnete con otros que
sientan lo mismo, estudia el tema, fórmate, busca siempre el bien, y confía a
muerte.
Muy importante: acepta y abraza tu vida
tal cual es, porque todas tus circunstancias, sean más o menos favorables, las
ha puesto Dios para ti. No hay equivocaciones en este terreno.
Y disfruta de tu vida, porque el mismo Dios-Amor
te sostiene en la existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario