Escuché ayer una
expresión afortunada de un conferenciante, decía: “nuestra vida son 15 minutos, no los desperdiciemos”. A cada
momento me viene a la cabeza esa expresión que me hace preguntarme si estoy
aprovechando esos 15 minutos. Se pasan muy rápidamente, quiero disfrutarlos y
estar despierta, dichosa, agradecida.
Se trata de buscar
nuestro centro de equilibrio, que todos poseemos, tocarlo en la intimidad,
respirar su dulzura, sacar fuerzas de él para la batalla diaria. Vivir desde
esa armonía que nos habita, y luchar por ella cuando está sepultada por
tensiones y problemas.
La vida, al igual que
el tiempo, está a nuestro servicio. No digamos “no tengo tiempo” o “no me da la
vida para”. Más o menos rato siempre podemos sacar un hueco para ver cómo van
nuestros tesoros interiores, y si están ocultos, ponernos a la faena de
recuperarlos otra vez.
Si miramos la vida
con los ojos del corazón, vemos que todo nos habla y de todo aprendemos. No
quiero pasar dormida o disgustada mis 15 minutos. Cualquier asunto que no me
deje respirar con tranquilidad lo apartaré, lo minimizaré como se hace con un
texto escrito. El problema seguirá estando pero no ocupará todo mi campo de
visión, tengo cosas maravillosas que contemplar y mi tiempo es limitado. Porque
lo que no se puede solucionar a pesar de toda nuestra buena voluntad, no nos
tiene que amargar esos preciosos minutos de que disponemos. Si lo podemos
solucionar, pues adelante, pongamos todo nuestro empeño, pero si no es así, no
nos obsesionemos con el tema, que no nos beneficia porque nos va a quitar la
energía que necesitamos para vivir en calma.
Las cosas que
sucedieron en el pasado son inamovibles, así pasó y no se puede cambiar, pero
nosotros vivimos en el ahora, toda la carga que hemos heredado y no nos deja
vivir en paz ni disfrutar del milagro de la vida, dejémosla en el pasado, no la
retomemos a cada instante para alimentar nuestro sufrimiento. Se debe conseguir,
para no perdernos la belleza del momento presente.
Hay unos versos
preciosos de Walt Witman que dicen: “Estoy
enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas, cada momento y
todo lo que ocurre me llena de alegría. Ver, oír, tocar, son milagros, y cada
parte de mí es un milagro. Nunca habrá más perfección que la que hay ahora”. Pues
lo mismo siento, y eso hace que me inunde el asombro y el agradecimiento en mis
15 minutos de vida.
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