Estamos inmersos en
la luz, para verla necesitamos los ojos del corazón. ¿Y qué es la luz? Es la
consciencia de sabernos infinitamente amados y amantes. Y ésta nos llega a
través de todo lo que ha sido creado, porque todo participa del mismo amor.
Para aterrizar en el
día a día de nuestras jornadas cómo sé que hay luz y dónde la encuentro.
Hay luz cuando
estamos a favor de la vida, de los seres humanos, del universo amigo, de este
entrañable planeta. Cuando todos nuestros actos sirven para construir, nuestras
intenciones son buenas y tenemos la mirada limpia y el corazón agradecido.
Es evidente que la
luz no casa con el rencor, la envidia, el enfado, la dureza, la ira, el odio.
He leído que todo lo
que piensas o sientes influye en tu biología y en tu campo electromagnético.
Esto último quiere decir que estamos rodeados de un halo luminoso y éste merma
o aumenta según lo que pienses o hagas.
Me gusta el hecho de
que cuando vivimos en positivo hay estallidos de luz, reales, en torno a
nuestra persona. Me gusta la idea de que una caricia y un beso desencadenen
explosiones de energía luminosa. Si lo viéramos con los ojos de la cara sería
todo más fácil, pero tenemos que echar mano de la imaginación y la intuición. Nuestros
sentidos deben estar a la máxima potencia para captar señales y enviarlas.
Y el sentido más
propiamente humano es el que utiliza nuestro corazón enamorado y agradecido,
con él nos inunda la luz mientras vivimos aquí.
El Amor es la luz que
guía nuestros pasos, es la misma misericordia divina que siempre viene para
ayudar a los más necesitados del mundo, entre los que también estamos nosotros.
Esa luz se expresa de maneras diferentes: con gestos de acercamiento, ternura,
ánimo, perdón, armonía: hay infinidad de maneras de decir “te quiero” porque infinita
es la riqueza del corazón, es un filón inagotable de donde siempre somos capaces
de sacar más y más luz. Aquellos que tienen historias de desamor en su vida, lo
tienen más difícil en apariencia, pero hay Alguien que jamás se olvida de sus
criaturas y a todos alcanza su protección.
Todo comienza, como
ya hemos dicho, cuando uno se sabe amado y se decide a amar. Eso es lo que le
hace a cada uno ser luz que ilumina la tierra.
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