La luz es la consciencia de estar vivos
y es la búsqueda de todos los cielos que nos habitan. En esa dichosa búsqueda
se nos va la vida, y acortamos la distancia que nos acerca a nuestros destinos
que siempre están marcados por el amor.
Necesitamos esa luz para vivir en
plenitud, si la luz se apaga se nos cortan nuestras alas, las que tenemos para
volar y para hacer realidad nuestros sueños, las que nos llevan a ser
habitantes de pleno derecho en el país de la esperanza.
¿Qué seríamos las personas sin esa luz?
¿Adónde dirigiríamos nuestros anhelos? ¿Dónde reposaría nuestra cansada carne?
El componente luminoso forma parte
intrínseca y natural de la vida, aunque a veces parece que esté tapado por
barreras y obstáculos. Porque existe violencia en el mundo, no podemos vivir de
espaldas a esa verdad. Existe el desamor, el maltrato y el sinsentido de tantas
vidas enfrentadas.
Todos los humanos estamos llamados a
poner luz en la parcela que nos ha tocado vivir, hay algunos que tienen poder
de alumbrar a grandes masas de gente, pero la mayoría tenemos un círculo muy
limitado con el que nos relacionamos. Ahí tenemos que dar lo mejor de nosotros
mismos, y buscar el bien para todos los que nos rodean. Esa será nuestra luz,
es una tarea concreta, fácil de entender, práctica, motivadora.
Y tenemos que poner todos nuestros
sentidos y nuestras mejores energías en lo que hacemos para contrarrestar el
ambiente de superficialidad y estupidez que quiere adueñarse del mundo. Tenemos
que inclinar la balanza a favor de la honestidad personal, las relaciones
compasivas, la disponibilidad para servir a los demás y vivir en armonía.
El mismo mundo que está fuera, está
también dentro de nosotros. “Todos los
mundos están dentro de ti” dice san Agustín. Cuidar siempre las buenas
maneras, las buenas intenciones, los mejores deseos para todo y para todos, eso
salvará al mundo de la violencia y la oscuridad. Y nos llevará a saborear la
vida verdadera, la que está impregnada de cercanía, perdón y ternura.
Tanto hombres como mujeres busquemos
nuestro corazón de madre y ahí abracemos a todos los seres humanos, sobre todo
a los más necesitados, a los más rechazados y desfavorecidos. A los marginados,
a los violentos, a los intrigantes, “a los enemigos”.
Porque sólo el amor salva el mundo y nos
lleva a la luz.
1 comentario:
todo lo que escribes es una autentica clase de como debemos comportarnos.
Muy bien traído este tema hoy que solo vemos violencia y desprecio por los demás.
Un cariñoso saludo
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