miércoles, 9 de julio de 2014

La luz (2)



La luz es la consciencia de estar vivos y es la búsqueda de todos los cielos que nos habitan. En esa dichosa búsqueda se nos va la vida, y acortamos la distancia que nos acerca a nuestros destinos que siempre están marcados por el amor.
Necesitamos esa luz para vivir en plenitud, si la luz se apaga se nos cortan nuestras alas, las que tenemos para volar y para hacer realidad nuestros sueños, las que nos llevan a ser habitantes de pleno derecho en el país de la esperanza.
¿Qué seríamos las personas sin esa luz? ¿Adónde dirigiríamos nuestros anhelos? ¿Dónde reposaría nuestra cansada carne?
El componente luminoso forma parte intrínseca y natural de la vida, aunque a veces parece que esté tapado por barreras y obstáculos. Porque existe violencia en el mundo, no podemos vivir de espaldas a esa verdad. Existe el desamor, el maltrato y el sinsentido de tantas vidas enfrentadas.
Todos los humanos estamos llamados a poner luz en la parcela que nos ha tocado vivir, hay algunos que tienen poder de alumbrar a grandes masas de gente, pero la mayoría tenemos un círculo muy limitado con el que nos relacionamos. Ahí tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos, y buscar el bien para todos los que nos rodean. Esa será nuestra luz, es una tarea concreta, fácil de entender, práctica, motivadora.
Y tenemos que poner todos nuestros sentidos y nuestras mejores energías en lo que hacemos para contrarrestar el ambiente de superficialidad y estupidez que quiere adueñarse del mundo. Tenemos que inclinar la balanza a favor de la honestidad personal, las relaciones compasivas, la disponibilidad para servir a los demás y vivir en armonía.
El mismo mundo que está fuera, está también dentro de nosotros. “Todos los mundos están dentro de ti” dice san Agustín. Cuidar siempre las buenas maneras, las buenas intenciones, los mejores deseos para todo y para todos, eso salvará al mundo de la violencia y la oscuridad. Y nos llevará a saborear la vida verdadera, la que está impregnada de cercanía, perdón y ternura.
Tanto hombres como mujeres busquemos nuestro corazón de madre y ahí abracemos a todos los seres humanos, sobre todo a los más necesitados, a los más rechazados y desfavorecidos. A los marginados, a los violentos, a los intrigantes, “a los enemigos”.
Porque sólo el amor salva el mundo y nos lleva a la luz.

1 comentario:

icue dijo...

todo lo que escribes es una autentica clase de como debemos comportarnos.
Muy bien traído este tema hoy que solo vemos violencia y desprecio por los demás.
Un cariñoso saludo

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