miércoles, 11 de junio de 2014

Poner pasión

Lo principal de mi vida es que el Amor me ama y me crea en cada instante, y que eso no dependa de mí es un descanso.
Es un alivio que yo no pueda estropear el trazado infinito de los astros ni el caminar mágico de todos los corazones y que haya un bálsamo universal curativo que todo lo arregla, lo recompone, lo renueva, sin mi intervención, ni mi mérito.
La actuación del ser humano en esta bendita creación está sobrevalorada, no hemos hecho nada en lo que no hayamos sido ayudados. Y al lado de construcciones y obras de arte preciosas hay también una destrucción masiva e imparable de nuestra casa-tierra.
Nos cuesta llegar a los planetas que están al lado, nos inventamos teorías para ver por qué estamos aquí y con ellas llenamos volúmenes y tiempo.
Del nacimiento a la tumba a lo máximo que podemos aspirar es a sentirnos en constante búsqueda y a hacernos preguntas.
Aunque nuestra materia, células, neuronas, órganos, sea increíblemente perfecta, nosotros somos inmensamente débiles y asustadizos.
Pero tenemos una luz, la de sabernos amados y llamados por nuestro nombre, para una aventura interior que se manifiesta en todo lo que somos y hacemos.
Las armas con las que cuento son mis dos manos, mi mirada limpia, mi revolucionado corazón y mis pies caminantes. Es todo lo que poseo. Y con ello, puedo poner pasión en mi caminar, que no es poco. Porque con pasión veo el paisaje más verde y el cambiante cielo azul siempre me corta la respiración, y me parece increíble porque es de una belleza que no la puedo abarcar de una sola mirada. Por eso miro una y otra vez.
La pasión hace que me levante por las mañanas sabiendo que tengo que hacer algo importante: vivir despierta. Y para ello tengo que escalar a través de montañas de inquietudes y ahondar en mi experiencia interior transformadora.
Esa vivencia íntima es la que se está apagando en el corazón de muchos creyentes y no creyentes, y es la que nos da sentido, como se dice coloquialmente: “la que nos da vidilla”.
A lo largo del día y en todas las actividades que realizo, busco tener paz, que es mi auténtico tesoro, porque es el hábitat en el que mi corazón se relaja y disfruta al máximo. Y cuando consigo ese espacio de calma, puedo saborear todos los dones que recibo.
Poner pasión es mi único deber de todos los días.

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