domingo, 8 de junio de 2014

Mi Ruah


Voy a hablar de mi Espíritu pero voy a decir “ella” porque en hebreo RUAH es femenino.

Me atrae esa Ruah que es aliento de todo cuanto vive y nos pone en contacto con el Otro que está en uno mismo y en todos los otros. Ella es regazo maternal, fuente de vida, creatividad continua y abrazo gozoso.

Ella nos toca el corazón para caminar y nos abre los labios para alabar. Cuando nosotros creemos que vamos, es que hemos sido llevados, porque ella nos da el impulso para vivir, segundo a segundo.

La Ruah está en todas sus criaturas, en todos los encuentros, es nuestro enlace directo con el infinito de amor. Porque pertenecemos a la categoría que se puede llamar “Hijo”, o “Creación”, existe otra que se llama “Padre”, y el nexo de unión, la vía del amor, está representada en nuestra Ruah. Está todo tan bien relacionado que fácilmente podemos pensar que todo es lo mismo, pero nosotros los humanos necesitamos hacer partes para llegar al todo, no nos caben en la cabeza tantos misterios, tanta grandeza a la vista.

Mi Espíritu maternal amamanta mi cuerpo, mis neuronas se revolucionan con su imán atrayente, mis sueños los siembra su mano. Y, dentro de la oscuridad de mis ojos cerrados, yo sigo sus indicaciones, voy con mis puertas abiertas y con mis preguntas a cuestas. Y así, camino de su mano.

Ella sabe lo que más me conviene, y me lo da. A veces no serán éxitos sino fracasos, no serán alegrías sino tristezas. Me dará lo que necesito para mi formación.

Nada es azar en esta vida, todo está preparado con una eternidad de tiempo de antelación. A nosotros sólo se nos pide la adhesión ilusionada al plan divino. Y para ello se nos regala nuestra Ruah, para que podamos construirnos a nosotros mismos, quitar los muros que nos impiden avanzar y levantar un espacio divino en nuestro mismo centro.

Nuestra Ruah-Espíritu tiene la misión de revelarnos la ternura de Dios, ella nos invita a la danza cósmica del agradecimiento y la alegría. Hace florecer lo que parecía muerto, y hace que de nuestra pequeñez brote una sabiduría nueva, fecunda, rompedora.

Ella es la Madre de todos los pequeños brotes de alabanza que nacen en mi persona. Es la inspiradora de todos mis buenos deseos y es mi Maestra, la que se ocupa de mi despertar porque quiere que aprenda a ser feliz.

Sin duda es la más gran aliada de todos los seres humanos.

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