Leonardo Boff nos cuenta, en un relato
precioso, que todos vamos en el tren de la gracia y la bondad divina del que no
podemos apearnos, y que nos lleva a nuestro destino que es Dios. El camino es
también Dios, porque en él se recorre el destino metro a metro.
El tren carga con todos gratuitamente,
amorosamente. Con sus enemigos, con los que le rechazan o perturban el viaje de
los demás, el tren no se modifica, les carga con toda paciencia y bondad.
Hay gente que acepta el tren, saborea
los paisajes, allí donde está sentado procura que sus compañeros de viaje estén
bien. Disfrutar del viaje es ya anticipar la fiesta de la llegada. Boff dice
que es maravilloso que exista un tren que nos lleva a casa.
Una imagen muy clarificadora la del tren,
necesitamos relatos que nos den luz y nos hagan avanzar en la comprensión del
misterio de amor en el que estamos inmersos.
La imagen de un Dios Padre o Madre nos
hace más comprensible ese misterio, la del Hijo que es Jesús y también soy yo,
me pone en camino.
La del Buen Pastor, el Buen Samaritano,
el Hijo Pródigo, todo son lecciones impresas en el papel o contadas de viva
voz. También la de Familia universal nos ayuda a tomar conciencia del otro.
Se nos ayuda a caminar y a formarnos.
Todo nos lleva a aprender, a enseñarnos unos a otros, los mensajes depositados
en un corazón son repartidos a todos los demás. Y no hablo de temas
espirituales sino de cualquier tema. El/la que sabe diseñar casas, el/la que tiene
buena mano para la cocina, el/la que sabe escuchar, el/la que sabe llevar una
clase, el/la que atiende muy bien al público. Y así tantos dones más.
El tren de la vida y la bondad nos lleva
a todos, mejor si somos conscientes de ello y nuestro viaje es un diálogo
agradecido. Porque así disfrutaremos de nuestros espacios, de las personas que
nos acompañan en ellos y podremos saborear la variedad de paisajes que adornan
nuestros caminos.
El tren de la bondad es el único real en
el que estamos subidos, todo lo que quiere hacernos apartar de esa realidad es
falso o superficial.
Por supuesto que hay problemas en esta
vida, siempre estamos inmersos en difíciles convivencias, pero el tren
bondadoso carga también con todos nuestros problemas y nos impulsa a viajar
confiadamente, poniendo el punto de mira siempre en la bondad.
Descubrir esta gracia divina es lo
máximo a lo que podemos aspirar, aquí en esta tierra.
1 comentario:
Qué bonito texto y qué bien lo explicas! Te quiero, hormiguita
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