“Jesús va tomando conciencia de su misión y de su función
a medida que va entrando en relación más directa y más plena con Dios, su Padre
y Madre”. (Juan J. Tamayo).
Jesús toma conciencia
de su misión, yo también. Él es mi modelo, mi hermano mayor y guía, al que sigo
y quiero imitar. Por eso, también yo voy siendo más consciente de mi misión a
medida que más penetro en esa realidad amorosa y divina, que es paternal y
maternal. Don y faro para todos nosotros.
Esa realidad que es
la misma energía que mueve nuestro corazón, y nos hace mirar donde nos conviene
para nuestro continuo aprendizaje y nuestra gozosa conversión.
Más conozco a Dios
más me conozco a mí misma. Y más se me revelan los misterios de la existencia.
Ya sé que conocer a
Dios es imposible, pero algo nos señala el corazón enamorado, algunos avisos
nos da de que vamos por el camino adecuado y estamos en sintonía con esa
voluntad divina.
El primer aviso es la
paz y la calma, completamente necesarias para acceder a nuestro cielo interior.
También es esencial el anhelo que se deposita en nuestras mismas entrañas y sin
el que ya no podríamos vivir.
Y además, nos brota
un manantial compasivo hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos, que nos
hace mirar todo con paciencia, bondad y benevolencia. Miramos con la misma
mirada que somos mirados porque nos convertimos en brazos, ojos, expresión de
la misma divinidad. Pasamos a ser sus servidores, sus obreros.
Esa “relación directa
y plena” de que habla la cita es imposible, pero si hay una aproximación ya es
suficiente para nosotros. Y aproximaciones puede haber tantas como momentos
dichosos tiene el día, porque él es la Dicha, o como momentos en calma porque
él es la Paz.
Yo tomo conciencia de
mi misión cuando descubro mis dones y los pongo al servicio de la vida, todas
las oportunidades son buenas porque todo está preparado para mí: mi medio
ambiente, mis relaciones familiares y sociales, mis circunstancias, la
formación que me va llegando, mis lecturas, mi cielo azul protector. En todo lo
que me sucede tengo las ayudas que necesito, esto sólo lo puedo ver cuando
confío, porque si desconfío, entonces es como si estuviera sola en el universo,
abandonada a mi suerte, sin amparo.
Mi mirada confiada es
esencial para caminar sabiéndome una más entre las estrellas, una criatura
privilegiada con una infinita protección de amor.
1 comentario:
Hoy pediré PAZ y CALMA. Te quiero, hormiguita
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