miércoles, 21 de mayo de 2014

Mirada confiada


“Jesús va tomando conciencia de su misión y de su función a medida que va entrando en relación más directa y más plena con Dios, su Padre y Madre”. (Juan J. Tamayo).

Jesús toma conciencia de su misión, yo también. Él es mi modelo, mi hermano mayor y guía, al que sigo y quiero imitar. Por eso, también yo voy siendo más consciente de mi misión a medida que más penetro en esa realidad amorosa y divina, que es paternal y maternal. Don y faro para todos nosotros.

Esa realidad que es la misma energía que mueve nuestro corazón, y nos hace mirar donde nos conviene para nuestro continuo aprendizaje y nuestra gozosa conversión.

Más conozco a Dios más me conozco a mí misma. Y más se me revelan los misterios de la existencia.

Ya sé que conocer a Dios es imposible, pero algo nos señala el corazón enamorado, algunos avisos nos da de que vamos por el camino adecuado y estamos en sintonía con esa voluntad divina.

El primer aviso es la paz y la calma, completamente necesarias para acceder a nuestro cielo interior. También es esencial el anhelo que se deposita en nuestras mismas entrañas y sin el que ya no podríamos vivir.

Y además, nos brota un manantial compasivo hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos, que nos hace mirar todo con paciencia, bondad y benevolencia. Miramos con la misma mirada que somos mirados porque nos convertimos en brazos, ojos, expresión de la misma divinidad. Pasamos a ser sus servidores, sus obreros.

Esa “relación directa y plena” de que habla la cita es imposible, pero si hay una aproximación ya es suficiente para nosotros. Y aproximaciones puede haber tantas como momentos dichosos tiene el día, porque él es la Dicha, o como momentos en calma porque él es la Paz.

Yo tomo conciencia de mi misión cuando descubro mis dones y los pongo al servicio de la vida, todas las oportunidades son buenas porque todo está preparado para mí: mi medio ambiente, mis relaciones familiares y sociales, mis circunstancias, la formación que me va llegando, mis lecturas, mi cielo azul protector. En todo lo que me sucede tengo las ayudas que necesito, esto sólo lo puedo ver cuando confío, porque si desconfío, entonces es como si estuviera sola en el universo, abandonada a mi suerte, sin amparo.

Mi mirada confiada es esencial para caminar sabiéndome una más entre las estrellas, una criatura privilegiada con una infinita protección de amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy pediré PAZ y CALMA. Te quiero, hormiguita

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