domingo, 25 de mayo de 2014

Piedad y fuego


Me han dicho que piedad significa sentir o experimentar lo que crees, sentir tu fe. Dicho de otro modo, quiere decir que todo tu mundo de creencias está apoyado en tu corazón emocionado, en tus latidos y tu empeño.

Aplicado en la vida práctica, si tú crees que hay un Dios bueno, tienes que reflejar bondad. Y compasión si crees en un Ser compasivo.

Es creer y practicar el evangelio del Reino de Dios. Es sentir cómo resuenan en tu interior la fe, la perseverancia y la humildad. Y con todo ello, caminar.

Tu camino no será el mismo si sientes la piedad, es decir, si experimentas en ti mismo lo que estás creyendo. La fe no será algo que te han contado sino que brotará de ti como de un manantial que tú no controlas, que continuamente te da agua nueva sin que tú sepas cómo, ni porqué, ni cuándo. Sólo sabes que te ves inundada de sus benditas aguas.

No se nos ha dado el poder de decir a otra persona: “Cree”. No es nuestra misión, pero podemos ayudar si somos reflejo de aquello en que creemos.

La fe se nos regala. Nuestra misión no es transmitirla, pero algo podemos hacer, aunque sólo sea despertar el deseo en quien nos ve. Si nos mantenemos serenos en las dificultades, confiados en los vaivenes de nuestras circunstancias, alegres de corazón, compasivos en todo momento. Con todo esto alguna indicación estamos dando sobre lo esencial en nuestra vida, lo que nos mueve.

Cuenta Eduardo Galeano que un hombre subió al alto cielo, a la vuelta dijo que la vida humana vista desde arriba es como un mar de fueguitos. “Cada persona tiene su luz, no hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas, otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.

Bueno, pues eso me gustaría, ser un fuego sereno, y a la vez apasionado para lo esencial. Tan firme que no se apagase con los vientos ni con las tormentas, tan sensible que estuviera siempre atento a los fuegos que le acompañan.

Si sientes lo que crees, tienes tu fuego encendido, y eso es lo principal porque has alcanzado la meta de saberte vivo y amado, y tienes esa misma misión de transmitir vida y amar.

Fuego y piedad podrían ser sinónimos. Que seamos mujeres y hombres piadosos y encendidos.

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