Cuando las palabras de amor salen de mi
boca primero han inundado mi corazón. Cuando los mensajes de paz se me
amontonan en mi mirada es que han tomado mi espacio interior. Cuando la
expresión de gratitud me brota por todos los poros del cuerpo es que se
desbordan los ríos de agradecimiento que me recorren por fuera y por dentro.
Primero lo siento, luego lo expreso, por
ese orden. Manda el interior. Lo que se cultiva dentro es lo esencial y va a
determinar lo que sembramos a nuestro alrededor, seamos o no conscientes de
ello.
Por eso, preparemos espacios inundados
de luz y adornados con lo mejor que hay en nosotros. Si supiéramos lo mal que
nos sientan los enfados, no tendríamos ninguno más en toda nuestra vida, porque
son altamente perjudiciales para el bienestar interior, y también para la salud
del cuerpo, son como grietas en nuestra materia por donde se nos escapa nuestra
preciosa y curativa energía. Al que pierde gasolina no le arranca el motor, no
puede ponerlo en marcha, lo mismo sucede con la energía, si la perdemos en
disgustos y tonterías no saboreamos la vida ni nos ponemos en marcha para
crecer a lo hondo que es para lo que hemos nacido.
Cada uno que elija, porque ser feliz es
una elección y un aprendizaje. Nadie nace sabiendo. Aunque parezca que unos lo
tienen más fácil y otros más difícil, todos tenemos infinitas oportunidades
para aprender.
Tenemos que ser constantes y
disciplinados, que nadie nos quite nuestro interior dichoso, que nada sea más
importante que transmitir paz. Concentrarnos en lo esencial y dejar las
superficialidades que siempre nos quieren invadir y despistar.
Creo que todos sabemos las cosas que nos
sientan bien, lo que nos lleva a la dicha personal. Se trata de propiciar esos
momentos, esas circunstancias. Dirigir la mirada hacia esos amaneceres, esos
amigos, esas lecturas, esos silencios, esos encuentros que tanto nos ayudan. Ésa
es faena nuestra, nadie va a hacerlo por nosotros. Y es lo más importante que
tenemos que hacer: encontrar nuestros tesoros personales, esas perlas
depositadas en nosotros. Y disfrutar.
El mensaje que yo lanzo es el mismo
siempre, es el que me han transmitido mujeres y hombres sabios y buenos, es el
que han dejado depositado en la tierra multitud de seres que ya partieron y que
vivieron en búsqueda y esperanzados, como yo.
Es el que yo quiero dejar en el aire de
mi planeta. Es el que te quiero dar a ti, mi hermana querida, mi hermano
querido: aprende a ser feliz y caminarás hacia la luz.
1 comentario:
Gracias, hormiguita, por tus palabras
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