“No estamos hechos para la
cantidad sino para la calidad”.
Nuestro espacio interior calmado
necesita ambientes en calma para poder saborear los pequeños detalles, que son
los que nos alimentan y nos hacen sentirnos a gusto en nuestra piel. Me pasa a
veces que voy de una actividad a otra y a otra, sin sosiego. Yo necesito
momentos de calma, de no hacer, no programar, no desplazarme, no hablar.
Por eso me levanto en la
madrugada, ahí tengo unas horas para mí, toco mi remanso interior y me relleno
de una energía que voy a necesitar a lo largo del día.
Cada uno que busque sus momentos
mágicos de paz, los que le hacen sentirse bien, y sonreír cuando nadie le ve.
Que busque esa sensación única de
sentirse criatura humana, privilegiada, dentro de un universo mágico.
Conviene tener bien clara nuestra
meta: la calma interior. Centrados en esto, buscaremos siempre lo que nos hace
falta para conseguirlo. El tener muchas experiencias o meternos en demasiadas
actividades nos puede perjudicar si no vamos con cuidado de no perder de vista
nuestra meta anhelada, nuestra propia realización que siempre coincide con lo
que mejor nos sienta.
Calidad en los detalles y en las
relaciones significa vivir enamorado de tu prójimo, de tu tierra, de lo que te sucede.
Dedicarle tu cuidado a todo. No siempre tus circunstancias son atractivas,
¿cómo enamorarse de ellas? Se trata de poner lo mejor de ti mismo en todo, es
tu mirada la que transforma la realidad, eres tú quien crea el mundo.
Estamos hechos para los detalles
de cariño, para la cercanía. Todo lo que no se parece a eso, es falso e irreal.
Nosotros somos el mismo amor, somos luz y cielo.
Cualquiera puede pensar que
desvarío siempre intentando ver las cosas en positivo y cerrando los ojos a los
terribles problemas del mundo.
Pero no estoy sola, en este
desvarío me acompañan infinidad de personas que se ponen en marcha cada jornada
para hacer el bien, desde sus trabajos, sus voluntariados, sus hogares, sus
relaciones o sus soledades.
Son como un ejército, del que
formo parte, son soldados de un mundo nuevo, ciudadanos del infinito, que ponen
su sello en los pequeños o grandes detalles de calidad que son los que nos dan
el nombre de humanos.
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