Demasiadas cosas nos están impidiendo la
paz: nos agitan, nos angustian, no nos dejan disfrutar de nosotros mismos y de
todo lo que existe. Debajo de las preocupaciones tenemos a la confianza
amordazada, inutilizada.
Estamos tensos y temerosos, como conejos
en sus madrigueras. Como animalillos que se han acostumbrado a vivir debajo de
la tierra y se pierden el milagro de los amaneceres y de las estrellas
incontables.
¿Tan difícil es salir de nuestros
escondrijos y mirar a la vida con confianza? ¿Tan imposible es saber que
estamos en las mejores manos?
No nos conformemos con vivir
amedrentados, a medio gas, seamos exigentes con nosotros mismos y a la vez
miremos con extrema benevolencia nuestros fallos.
No nos quedemos mano sobre mano, estamos
aquí para servir al ser divino que se acerca a nosotros adoptando infinitas formas
diferentes: camuflado en los paisajes, a plena luz en las miradas y en los
gestos humanos. Y para nuestra plena realización no nos sirve la amargura, ni
el resentimiento, tampoco la indiferencia ni el aburrimiento.
Si limpiamos el corazón y abrimos las
puertas para recibir a nuestro amigo, la energía más poderosa se asentará en su
casa que es mi ser más íntimo, y a partir de ese momento los deseos se harán
realidad y los milagros ya no estarán escondidos.
Y esa será nuestra diaria aventura, cada
día adentrarnos más en la maravilla de la creación, en la magia del misterio
que significa existir.
Tenemos una sola vida, que es una puerta
abierta al infinito de nuestros deseos. Y dentro de esa vida está todo lo que
necesitamos para nuestra formación completa, para volver a nacer como personas
agradecidas.
Ya está bien de sentirnos prepotentes,
autosuficientes, seres egoístas y aislados. Ya es hora de que seamos hermanos
cariñosos y solícitos de todo lo que ha sido creado.
Se vive más a gusto así, siendo amante y
tolerante hasta el extremo, no llevando en cuenta los fallos ni metiéndonos a
juzgar o a condenar a nadie. De esta manera estaremos cuidando a nuestro
huésped divino, que se sentirá en su casa y podrá asomarse en nuestras sonrisas
y manifestarse a través de todos nuestros actos.
Dejémosle expresarse abiertamente,
alegremente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario