El túnel es oscuro… pero hay Luz. He
descubierto que los abrazos y los besos y las sonrisas, son la Luz. Que el
buscar la armonía y la reconciliación en todo momento, es el atajo para llegar.
El cariño que nos une es el que nos da
sentido, el que nos deja ver el porqué de nuestra existencia.
Cuanto más cariño repartamos y recibamos,
más saborearemos nuestra esencia que es el amor.
Debemos volcarnos en aquellos que están más
necesitados, para que les llegue la Luz a su vida.
A veces parece que estamos incapacitados
para disfrutar de la ternura que continuamente, en oleadas incesantes, viene a
nuestro encuentro. Parece que no le demos importancia, solo nos fijamos en las
tristezas y preocupaciones. Pero estas son falsas, según dice el sabio
Theillard de Chardin: “Cuanto te reprime
e inquiete es falso. Como fuente de energía y criterio de verdad, usa todo
aquello que te llene de paz”.
No hay otro secreto para vivir, se le podrá
llamar de una u otra manera, se podrán poner miles de ejemplos, se podrá
enfocar o no desde la confesionalidad religiosa.
Nuestra única Luz es querernos y tratarnos
bien, todo lo demás es oscuridad.
Es decir, todo se puede resumir en una
palabra: “ama”.
Muchos dirán que siempre estoy hablando de
lo mismo, efectivamente, es lo único que me importa. Mi Maestro Jesús, en los
evangelios, lo repite sin cesar: “ama, ama, ama”.
En mi historia sagrada personal, todo está
incluido y potenciado por ese amor: todos mis seres queridos, mi hogar, mi
trabajo, mis relaciones.
Yo vivo cuando cuido ese amor que me habita
y lo doy a los demás. Si no vivo con ese objetivo, estoy muerta, soy cadáver
caminando.
No entiendo a fondo este juego de la
Creación, ni me sé las reglas que rigen cada movimiento, ando ciega por mi
presente, ignoro mi futuro.
Pero, aun con todas estas limitaciones, yo
tengo libertad para amar y para elegir la confianza. Esa es mi Luz dentro del
túnel. Y es mi única Fuerza.
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