Mi cuerpo que es tierra se agota
y se muere. Mi alma que es canto y caricia renace cada día nuevamente. Pero
tengo que buscar otra expresión porque ya la palabra “alma” murió. Me pongo a
pensar y me doy cuenta de que no me sirve el idioma, no encuentro una palabra
para expresarlo, le llamaré “Ser”.
Solo vivo cuando mi Ser está en
activo, en play. Eso supone hacer un pequeño esfuerzo, a veces grande, para
conseguirlo. Se trata de una toma de conciencia continuada, de un diálogo sin
fin y una emoción mantenida: saberme viva y amada.
Mi Ser me sitúa en la Realidad,
me hace estar atenta y ser consciente. Necesito espacios de silencio y oración,
para darme cuenta de mi vida y de todas las vidas. Si se me olvida agradecer,
me convierto en huesos y células sin sentido, y me pierdo lo principal, que es
la belleza, la bondad, el amor y la alegría verdadera.
Siempre gritaré: Ven. Soy una
simple calavera que se ha unido a los que sueñan y miran al cielo en busca de
señales indicadoras. Siempre esperaré. “El hombre no puede no esperar” decía
Laín Entralgo.
Entre ese cuerpo moribundo y ese
anhelo, que cada día renace y es nuevo, me encuentro, en asombro y en espera
confiada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario