miércoles, 10 de abril de 2013

Mi vida contemplativa


Parece que la vida contemplativa la tengan que llevar tan solo los religiosos, monjas, frailes, los que viven en clausura o que tienen votos de dedicación plena al Señor.

Yo siento que mi vida es contemplativa, y no he hecho votos perpetuos, tampoco me he retirado a orar a un lugar apartado, se me ha concedido como un don divino, no es mérito propio.

Hago mías las palabras del salmista: “Tú, Señor, eres mi todo, tú me colmas de bendiciones, mi vida está en tus manos. Siempre tengo presente al Señor.” Todo cuanto soy y hago está a la luz de ese Ser increíble, de ese Amor inmenso.

Dicen que la vida contemplativa es la vida de quienes se dedican a Dios solo, a las cosas del Padre como ocupación predominante.

Mis ocupaciones, mis proyectos, mis éxitos y también mi debilidad están dentro del marco divino, de la presencia que llamamos “Padre”. Yo lo vivo así.

Ese punto de referencia y de encuentro es el que da sentido a todo lo que hago, tanto en el terreno familiar y social, como profesional o de ocio.

Ese diálogo íntimo en el que vivo me sitúa de lleno en lo que se llama la vida contemplativa y que también lo podemos llamar “conciencia de la acción divina”.

Mi actitud es de adoración porque vine a alabar a Dios, por eso contemplo emocionada lo que sucede en mí y en mi universo. Por eso descubro los entresijos de las “casualidades” que me envuelven, y sé de dónde proceden los impulsos que me llevan a actuar.

La contemplación me lleva de modo natural y espontáneo a la acción, a ocuparme de las cosas de mi Padre, que son todas las que me van sucediendo. Todo lo bueno y lo menos bueno me es enviado por él, por tanto, por todo tengo que dar gracias.

En la contemplación en su máximo grado, la criatura se siente a merced y “manejada” por el Otro”. Así me siento y lo comunico.

Existe la vida contemplativa fuera de lo oficialmente establecido para este término, porque al final todo es gracia, también sentirse admirador del Amor que circula libremente en su creación maravillosa.

Todos los problemas del mundo no me tapan la luz de sentirme infinitamente amada y de tener conciencia de que se me ha dado un corazón para contemplar, admirar, alabar y agradecer.

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