“Solo
nos es dada una forma de felicidad, la del amor. Basta con amar y todo es
alegría: el cielo, los árboles, uno mismo… Y sin embargo, la gente busca la
felicidad en todas partes menos en el amor. Y es precisamente esta forma
errónea de búsqueda de felicidad en la riqueza, en el poder, en la fama o en un
amor excluyente, la que no solo no nos da felicidad sino que nos la quita del
todo”. (Tolstoi).
Dónde buscamos, esa es la cuestión. Porque
está claro que todos queremos ser felices, de un modo acertado o no. Nadie
busca conscientemente el desamor, el sentirse mal, excluido, marginado. Nadie persigue
ser desgraciado.
La única felicidad es la del amor que
todo lo incluye, que todo lo acepta y lo trasciende.
En cada decisión que vayamos a tomar pensemos
si va encaminada a ese fin o no. Demos los pasos adecuados para que lleguemos a
la plenitud que nos corresponde.
No sabemos en qué momento de la vida
decidimos ser lo que acabamos siendo, seguramente es una cadena de pequeñas y
aparentemente intrascendentes decisiones, las que finalmente nos acercan a
nuestro destino.
Pongamos conciencia, luz, a la vida.
Para que vayamos justo donde queremos ir. Para que no haya sorpresas desagradables
de última hora. Y que haya un final feliz de nuestra existencia.
Sobre los acontecimientos no mandamos,
sí mandamos sobre la manera de enfrentarnos a ellos. Nuestra actitud es
personal, ahí entra nuestra decisión.
Estás a tiempo, si decides llegar al
final de tu vida habiendo alcanzado esa meta de amor, ponte en camino en este
momento. Y no olvides que el amor va unido a la libertad. Amar es ser libre.
No podemos atarnos a las cosas, las
personas, el dinero, el poder.
La vida nos lleva a despedirnos
continuamente de situaciones, amigos, objetos. Es un continuo desapego.
Busquemos la felicidad duradera, la que
no se basa en apegos materiales, ni en egocentrismos encubiertos. La que nos
deja las manos libres para dar y recibir amor, estar al servicio de los demás y
hacer un mundo más humano.
Desandemos los caminos que nos llevan a
metas falsas, y orientemos nuestra vida, tomando las decisiones que hagan
falta, hacia la felicidad auténtica, la que no se basa en el egoísmo sino en el
amor.
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