miércoles, 20 de marzo de 2013

Pasión comunicadora


Lo que más me gusta es dar y compartir los regalos que yo recibo. Soy consciente de que los recibo a montones: el cariño de los seres queridos, los amaneceres, la escritura, la visita necesaria de mi sol amigo, el aire que respiro.

Me entusiasma decir a quienes quieran escuchar, que somos amados, que no se preocupen por los altibajos que tiene la vida.

Cuando disfruto de algo tengo que compartirlo, decirlo a los demás, para que otros lo prueben. Sí, he sido creada con una pasión comunicadora, que se me ha manifestado plenamente en la madurez de la vida.

Cuando vendes el producto con tu ilusión y con tu vida, no hay quien se resista. Hay que escoger buenos vendedores, “comerciales” creo que se dice.

Esta pasión viene envuelta en letras de imprenta: la escritura. Pero sobre todo en gestos, en abrazos, en cercanía, en sentirme hermana y madre de todos.

Yo escribo con mi vida, con lo que siento. Si estoy alegre, sale alegría. Si espero, esperanza. Si confío, comunico confianza.

Se tiene que cocinar en mí, se tienen que mezclar los ingredientes necesarios en mi interior, para que salga una u otra cosa. Y las materias primas tienen que ser de primera calidad, es decir, no me puedo meter en malos rollos, que me ensucian por dentro: juicios condenatorios, envidias, desconfianzas, enfados.

Lo que escribo es siempre el resultado, la consecuencia de lo que vivo. Por eso, puedo decir que es apasionante mi vida. No me sucede nada que no haya sucedido anteriormente al resto de los humanos, pero interiormente, me siento amada, ese es el secreto que escondo.

Lo único que pido para mí, desde lo profundo de mi ser, es humildad. Nada se puede comunicar si no se hace con humildad. Hay que quitarse de en medio y dejar que pase el vendaval del amor, por su casa, por sus criaturas, pero no por mérito propio personal sino por gracia de Aquel que todo lo mueve.

Cuando la gente me dice que se siente conmovida por lo que escribo, mi comentario sincero siempre es: “Son cosas de Dios”.

Repito, una vez más, copiando las palabras de León Felipe, que yo solo soy un pequeño embudo por donde a veces el Viento sopla y articula unas palabras. Sin ese Viento yo no he escrito nunca ni una letra.

Soy un embudo por donde pasa la Vida, con todos sus dones. Por eso estoy emocionada y agradecida.

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