Lo que más me gusta es dar y compartir
los regalos que yo recibo. Soy consciente de que los recibo a montones: el
cariño de los seres queridos, los amaneceres, la escritura, la visita necesaria
de mi sol amigo, el aire que respiro.
Me entusiasma decir a quienes quieran
escuchar, que somos amados, que no se preocupen por los altibajos que tiene la
vida.
Cuando disfruto de algo tengo que
compartirlo, decirlo a los demás, para que otros lo prueben. Sí, he sido creada
con una pasión comunicadora, que se me ha manifestado plenamente en la madurez
de la vida.
Cuando vendes el producto con tu ilusión
y con tu vida, no hay quien se resista. Hay que escoger buenos vendedores, “comerciales”
creo que se dice.
Esta pasión viene envuelta en letras de
imprenta: la escritura. Pero sobre todo en gestos, en abrazos, en cercanía, en
sentirme hermana y madre de todos.
Yo escribo con mi vida, con lo que
siento. Si estoy alegre, sale alegría. Si espero, esperanza. Si confío, comunico
confianza.
Se tiene que cocinar en mí, se tienen
que mezclar los ingredientes necesarios en mi interior, para que salga una u
otra cosa. Y las materias primas tienen que ser de primera calidad, es decir,
no me puedo meter en malos rollos, que me ensucian por dentro: juicios condenatorios,
envidias, desconfianzas, enfados.
Lo que escribo es siempre el resultado,
la consecuencia de lo que vivo. Por eso, puedo decir que es apasionante mi
vida. No me sucede nada que no haya sucedido anteriormente al resto de los
humanos, pero interiormente, me siento amada, ese es el secreto que escondo.
Lo único que pido para mí, desde lo
profundo de mi ser, es humildad. Nada se puede comunicar si no se hace con
humildad. Hay que quitarse de en medio y dejar que pase el vendaval del amor, por
su casa, por sus criaturas, pero no por mérito propio personal sino por gracia
de Aquel que todo lo mueve.
Cuando la gente me dice que se siente
conmovida por lo que escribo, mi comentario sincero siempre es: “Son cosas de
Dios”.
Repito, una vez más, copiando las
palabras de León Felipe, que yo solo soy un pequeño embudo por donde a veces el
Viento sopla y articula unas palabras. Sin ese Viento yo no he escrito nunca ni
una letra.
Soy un embudo por donde pasa la Vida,
con todos sus dones. Por eso estoy emocionada y agradecida.
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