domingo, 13 de enero de 2013

El factor-misterio


Anselm Grün: “La mística es el factor-misterio que mantiene vivo el amor humano. En un mundo que no tiene ningún sentido del misterio de Dios, muere también el misterio de la otra persona”.

Nos hace falta el marco del misterio divino para poder apreciar la grandeza de la persona y del universo creado. Sentir que nuestras relaciones de amistad y de amor están dentro de un espacio que les da sentido y que las trasciende. Saber que todo forma parte del increíble engranaje cósmico,

Realmente en el ser humano hay un factor-misterio, que podemos ver en cuanto nos asomamos a nuestro mundo interior, ahí donde nos faltan las palabras, y sentimos nuestra debilidad y dependencia, a la vez que nuestra grandeza.

Nuestras relaciones y nuestras circunstancias, miradas desde la trascendencia tienen matices diferentes, cambian. No es lo mismo pensar que las cosas ocurren “porque sí”, que sentir que todo tiene un sentido y está dentro de un Algo que está a nuestro favor.

Creo que la vida sin ese misterio debe ser un poco sosa, sin emoción, sin llegar a saborear ese sentimiento maravilloso de sentirse privilegiado.

Si el yo está dentro de un Yo, y el tú está dentro de un Tú, entonces se amplía la panorámica de lo que me sucede. Sin duda es más apasionante vivir así.

Incluso diría que si se acaba ese factor misterioso, se nos escapa la belleza de la vida. Cuando todo está perfectamente claro, dos y dos son cuatro, y un minuto sigue al siguiente, ¿qué queda de nuestro peregrinar, nuestra búsqueda, nuestro cansancio y volver a empezar? Y si no sucede eso, ¿cómo podremos disfrutar de la calma que viene tras la tempestad y de los brotes tiernos de esperanza que nos nacen hasta en el desierto de la soledad y las lágrimas?

La vida sin el misterio es otra cosa, no llega a ser vida, es vivir aletargados, ajenos a lo importante. Le falta la chispa que hace que merezca la pena pasar por esta tierra, aunque sea sufriendo, tropezando y volviéndonos a poner en pie.

Comprendemos las cosas por contrastes. Saboreamos la alegría porque sabemos lo que es la tristeza, apreciamos el día porque existe la noche, valoramos la ilusión y la entrega porque también experimentamos la rutina y el cansancio.

Todo está sabiamente diseñado, aprendemos porque se nos dan las enseñanzas en el momento adecuado y hemos sido moldeados con un corazón hambriento y buscador. Todo está a nuestro favor, aunque algunos piensen que es todo lo contrario y aunque las circunstancias parece que digan otra cosa.

Desde el mismo centro del misterio que es nuestro corazón, todo es belleza, todo es luz, todo nos ayuda.

Cada uno que lo compruebe en su interior.

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