“Decir
que no tienes tiempo para reflexionar y mejorar tus pensamientos es como decir
que no tienes tiempo para echar gasolina porque estás demasiado ocupado
conduciendo”. (Robin Sharma).
Me hace falta esa gasolina para vivir,
no puedo dejarlo para otro día, para luego, para cuando tenga vacaciones. Si no
le pongo combustible mi vida no marcha. Puede ser que aparentemente todo siga
igual, yo seguiré caminando, comiendo, divirtiéndome, pero por dentro estaré
vacía, sin un motivo íntimo de alegría y de ilusión, me faltará ese pellizquito
de emoción que le da sentido a mis días.
Hay que repostar en nuestra fuente más
cercana, que nos acompaña para que bebamos de ella siempre que queramos.
Busquemos cuál es el objetivo que más
nos mueve, el que nos hace sentirnos especialmente bien, centrémonos siempre en
los pensamientos positivos, porque tienen poder curativo.
Detengámonos durante unos momentos a
beber de esas aguas de sabiduría y calma que son nuestro alimento verdadero
como seres humanos. ¿Y cómo se hace eso? Cada uno tiene que marcar su propio
ritmo de aprendizaje, dejándose guiar por su corazón ilusionado y “haciendo lo
que toca, hacer simple y únicamente lo que pide el momento y no ponerse a sí
mismo por encima de todo” (Tao).
Siempre va a encontrar ayudas a mano, por
medio de un amigo, un libro, un gesto, un momento de quietud. Y si no lo
encuentra todo esto pues hay que buscarlo, tenemos que ser disciplinados, y si
nos hemos propuesto una meta, ir a por ella.
Y no perdamos de vista que la misma
Sabiduría quiere enseñarnos, es su voluntad que avancemos en la consciencia de
nuestra propia armonía. Pongámonos de su lado, dediquemos unos momentos cada
día a estar en silencio, a meditar, a no pensar nada. Según dicen ahí está el
secreto de nuestra vida, porque “en el silencio y la quietud hay poder. La
quietud es el escalón para enlazar con la fuente universal de inteligencia que
late en todo ser vivo” (Sharma).
Si hay una Voluntad que está empeñada en
nuestra formación, podemos estar tranquilos, no depende todo de nosotros, y no
importan nuestras equivocaciones puesto que todo nos enseña.
Miremos y apreciemos lo que tenemos. En
nuestra misma realidad encontraremos las claves para nuestro aprendizaje. No
hay que irse a lo que uno desearía, lo que debería ser, lo que hubiera hecho, es
decir a lo irreal, sino a lo que tenemos en este momento. Es lo que se nos da,
y está diseñado para nosotros.
Dediquemos un tiempo a reflexionar,
echar gasolina, y amemos nuestra realidad. Veremos como todo cambia.
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