Dice Miqueas: ¿Con qué me presentaré yo a adorar a mi Dios?”
Muy buena pregunta para hacerse cada uno
personalmente. Yo puedo decir que tengo como guía el corazón enamorado y la fe
que me hace saltar abismos de ignorancia y de tinieblas.
Quizá se me pide precisamente eso:
sentir amor hacia todo y todos, y hacer un acto de fe y confianza, en quien ha
depositado en mí ese amor.
El profeta sigue diciendo: “Ya te ha dicho el Señor lo que espera de
ti:
1º-
Que actúes con justicia.
2º-
Que seas fiel y leal
3º-
Que camines humildemente con tu Dios.”
O sea, que ahí están las 3 cosas con las
que me tengo que presentar: la justicia, la fidelidad, la humildad.
Son palabras muy grandes, tanto que es
casi imposible llegar a entenderlas o mejor, a vivirlas.
En el terreno material, si aplicamos
radicalmente el término “justicia” muy pocos pueden decir que lo cumplen. Los
que tenemos casa, objetos y alimentos en abundancia, familia, seguridad… ¿con
qué cara podemos decir que somos justos? ¿Dónde está la justicia cuando nos ha
tocado la mayor parte del botín de las cosas materiales para vivir? Aunque
intentemos ayudar a las necesidades de nuestro alrededor siempre hay latente
una situación de injusticia.
Sí que está en nuestra mano ser compasivos
y solidarios en todas las situaciones. Ayudar al que más lo necesita, ocuparnos
de que no se sienta solo, de que cualquier persona encuentre acogida en nuestro
corazón.
Ser fiel y leal, eso es todo un camino.
Se nos da el empuje y la fuerza necesaria, tenemos toda la vida y todas las
ayudas para avanzar en este terreno.
Caminar humildemente dentro del misterio
que nos habita, con confianza y atribuyendo todos los méritos a quien reparte
los dones, al único que sabe, piensa y comunica. Ese también es un rasgo necesario,
porque sin humildad nada está en su sitio, todo está equivocado.
Nuestra vida/búsqueda es una
peregrinación increíble que hacemos una sola vez. Si tenemos el corazón abierto,
la mirada agradecida, y caminamos con total humildad, nos sorprenden hasta las
piedras del camino y todo lo vemos como un regalo para nosotros.
¿Con qué me presentaré? Voy a meter en
mi mochila lo que necesito, y desprenderme de lo que me pesa y no me deja
avanzar. Si necesito justicia, lealtad y humildad, pues tendré que trabajar
para obtenerlas.
Ese va a ser mi presente, envuelto en
agradecimiento.
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