domingo, 4 de noviembre de 2012

Estamos obligados


“Estamos obligados a predicar… porque no es posible amarle y callarse”. (Madeleine Delbrêl).

Todos los que nos sentimos amantes de la Vida estamos obligados a pregonarlo, con gestos y palabras, con nuestra actitud positiva y nuestra esperanza. Con nuestro estar confiado en el mundo.

No es posible amar la Belleza y la Bondad, que son los tesoros auténticos de la tierra, y quedarse callado, aunque nuestra boca estuviera cerrada, predicaríamos con nuestra vida porque somos palabras que se están pronunciando, impulsadas a vivir y a realizarse.

Se nos tiene que notar que somos servidores de una Gran Casa, y le dedicamos tiempo para que sus estancias brillen y sean acogedoras. Y que nos maravillamos sinceramente de los regalos, y son muchos, que llegan hasta nosotros.

Esa predicación la llevamos en la piel, los labios, las manos, el corazón. No podemos esconder el mensaje para nosotros solos, dejarlo encerrado. Aquello que no se da, se pierde. Todo lo que tenemos es para compartirlo. Lo contrario sería no vivir, vegetar.

Por eso, cada uno con sus dones, y su ilusión, tiene la obligación de enseñarlos, y ponerlos al servicio de todos los hermanos.

Es importante escuchar y beber de los testimonios de tantas personas que nos predican con lo que son y con lo que hacen, casi sin darse cuenta ellos mismos.

Yo sí quiero darme cuenta de mi predicación. Recoger perlas de alabanza de mi corazón y ponerme al servicio de la humanidad que me acompaña en esta peregrinación.

Después de leer ese texto de Madeleine Delbrêl, le he puesto nombre a lo que soy: yo soy predicadora, y no puedo dejar de serlo, porque tengo mucho amor para repartir, no puedo dejarlo almacenado.

Y yo hablo públicamente de ello. De un modo natural, saco el tema de la trascendencia, no me quedo callada. Los amigos, que ya me conocen, se quedan mirándome bondadosamente, seguro pensando: “ya está ella con sus cosas”. Los que no me conocen, pensarán que soy un tanto rara.

Lo que sí es cierto es que la gente no suele hablar de estos temas con la frecuencia y la insistencia que yo lo hago. Me encanta predicar.

Doy gracias públicamente por este don que se me ha dado, porque da sentido a mi vida y me hace enormemente feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto, eres una persona especial, llena de palabras y actos de sabiduría. Todo el que te conoce ve en ti eso que te hace persona de PAZ.

Te quiero mamá.

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